La neuralgia posherpética es la complicación más frecuente del herpes zóster, que padecen uno de cada cuatro pacientes. Es un dolor persistente que aparece al menos tres meses después de la desaparición del sarpullido provocado por el herpes zóster, una enfermedad causada por la reactivación del virus de la varicela.
La neuralgia se produce por el daño causado en los nervios sensoriales donde el virus del herpes zóster estuvo latente. Las fibras nerviosas dañadas no pueden mandar mensajes de la piel al cerebro de forma normal, lo que conlleva una percepción errónea de un dolor constante o intermitente. Este puede ser intermitente o insoportable y se describe como eléctrico, quemante, punzante o mordiente en la zona afectada.
Esta complicación aparece meses después de que se haya curado el sarpullido provocado por el herpes zóster, por lo que el diagnóstico de esta enfermedad es el primer indicio. Los síntomas de la neuralgia posherpética suelen limitarse a la zona donde se produjo el brote.
Además, puedes sospechar que padeces neuralgia posherpética si tienes los siguientes síntomas:
La mejor manera de minimizar el riesgo de padecer neuralgia posherpética es acudir al médico ante el primer signo de herpes zóster. Lo normal es que el dolor aparezca antes de la aparición del sarpullido.
El riesgo de acabar desarrollando neuralgia posherpética disminuye si se comienzan a tomar medicamentos antivirales antes de que pasen 72 horas desde la aparición del sarpullido del herpes zóster.
El tratamiento de la neuralgia posherpética
Hay tratamientos que contribuyen favorablemente a aliviar los síntomas de la neuralgia posherpética. Es habitual combinar varios para obtener mejores resultados.
Parches de lidocaína: Se colocan sobre la piel y contienen lidocaína tópica. Son de venta libre, pero también se pueden adquirir con receta médica, en cuyo caso la dosis es más elevada.
Parches de capsaicina: Son parches cutáneos que solo son aplicados por personal cualificado en la consulta. Primero es necesario echar un medicamento para adormecer la zona afectada y el tratamiento dura al menos dos horas. Si todo va bien, pueden reducir el dolor durante tres meses.
Antidepresivos: Algunos inciden en la forma en que nuestro cuerpo interpreta el dolor y suelen recetarse en dosis más bajas que en los casos en los que se diagnostica depresión.
Anticonvulsivos: Estos medicamentos estabilizan la actividad eléctrica anormal del sistema nervioso, provocada por los nervios dañados.
El herpes zóster presenta una baja mortalidad, pero sus complicaciones, especialmente la neuralgia posherpética, pueden provocar discapacidad y afectar a la calidad de vida de los pacientes. El herpes zóster es una enfermedad que no tiene cura, ya que es imposible eliminar el virus del organismo. Por ello la clave está en la prevención.
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