El herpes zóster oftálmico es una infección causada por la reactivación del virus varicela zóster afectando al ojo. El síntoma principal consiste en una inflamación dolorosa de todos los tejidos del segmento anterior del ojo. El diagnóstico se basa en la erupción aguda típica del herpes en la zona de la frente o los párpados. Las vesículas y ampollas en el ojo representan un riesgo importante y el paciente debe acudir lo más rápidamente posible a su oftalmólogo para determinar si el ojo está afectado.
Las complicaciones más frecuentes del herpes zóster oftálmico son aquellas en las que se ve afectada la piel del párpado (blefaritis) y/o la conjuntiva (conjuntivitis). La afectación de la córnea (queratitis) es la más grave y puede dejar secuelas, afectando a la visión. Por otro lado, la inflamación intraocular puede producir secuelas como cataratas o glaucoma y la inflamación de la retina (retinitis) puede dejar secuelas visuales importantes.
A los pacientes se les trata con antivirales orales. Existen además tratamientos tópicos (antivirales y pomadas) y se suelen administrar corticoides tópicos por su efecto antiinflamatorio. En caso grave de retinitis y neuritis hay que ingresar al paciente para administrarle tratamiento antiviral intravenoso.
La duración media del herpes zóster es de 2 a 4 semanas, pudiendo reducirse si se aplica el tratamiento con los primeros síntomas. Por esto, es muy importante acudir al médico en cuanto empiece el dolor o broten las primeras ampollas.
El herpes zóster presenta una baja mortalidad, pero sus complicaciones, especialmente la neuralgia postherpética, pueden ocasionar discapacidad y afectar a la calidad de vida de quienes lo padecen. Esta enfermedad no tiene cura, pero sí que es posible prevenirla. Consulta con tu médico para más información y visita la web www.virusherpeszoster.com.