Hace un mes que Diego Arrabal no pisaba el plató de ‘Viva la vida’. En primer lugar, la borrasca Filomena le obligó a permanecer en Andalucía y, una semana después, tuvo que ser ingresado a causa del coronavirus. Nos hicimos eco de esta noticia, le enviamos ánimo ahora, semanas después, el paparazzi regresa totalmente recuperado.
“El plató no se hace fácil”, es la primera confesión de Diego en su charla íntima con Emma García. “Quiero darle las gracias a todos. Ni en mis mejores sueños podría imaginar tantísimos mensajes de personas que conozco, de algunos que llevaba tiempo sin tener contacto e incluso personas que no conozco, a través de las redes sociales”.
Diego nos cuenta cómo ha sido su paso por Urgencias, ingresado: “Yo me infecto, mi mujer también, y la primera semana ella tiene dos días mal y yo estoy fenomenal, sin nada de fiebre. Pensé que todo iba a ser así. A la semana empieza a subirme la fiebre, 39, 40, y no había manera de quitarlo. Una noche me fui a urgencias. Me hacen una placa y una analítica, que es lo que a lo doctores preocupa, por ello me ingresan en urgencias”.
El paparazzi confiesa que pasó un día y medio sin dormir porque quería estar pendiente de todo lo que ocurría: “Empecé a no respirar bien, pero no sabía si era del susto”. Además, considera que su gran error fue quitarse la mascarilla en una reunión de amigos: “Soy muy cabezón y me culpaba por no haber cumplido bien las normas porque si las cumples, evitas el contagio. No lo hice bien y nos contagiamos cuatro compañeros”.
Además, Diego ha hecho balance, ha reflexionado y se muestra más vulnerable de lo habitual: “Te conviertes en la persona más chica del mundo, todo te parece un mundo. El primer mensaje de mi hijo para mí fue todo”. Diego sentencia su entrevista considerando que esta experiencia le ha hecho reflexionar mucho.
La semana pasada, Diego Arrabal conectó en directo con el programa para contarnos que ya se encontraba mucho mejor y que estaba dispuesto a volver al plató. En esta intervención, el paparazzi nos desveló los motivos por los cuales él y otros amigos se habían infectado, un error que no se consigue quitar de la cabeza.