Una lancha de la guardia urbana sufrió un asalto cuando intentaban interceptar a dos embarcaciones de Greenpeace. Ahora, parece que los agentes se han querellado contra altos cargos de la guardia urbana acusándoles de haber sufrido abandono ya que fueron jubilados por las secuelas físicas que les dejó el ataque y denuncian que nadie se ha preocupado por ellos.
'Vamos a ver' ha podido hablar con uno de estos agentes que sufre importantes secuelas físicas y que denuncia que su vida nunca volverá a ser como antes.
Todo sucedió el 18 de junio de 2021, cuando se celebraba la reunión anual del círculo de economía. Unos agentes del grupo de playas de la guardia urbana que patrullaban fueron requeridos tras detectarse una lancha sospechosa. Vieron una lancha de una conocida organización ecologista con varias pancartas de protesta por la política del gobierno.
Decidieron darles el alto pero se dieron a la fuga: "Cuando hacía el ademán de ir a detenerse, seguían navegando a toda máquina", nos decía un de los guardias urbanos.
Poco después, apareció una segunda embarcación: “Se nos cruzaban por en medio, intentaban que no llegáramos a la embarcación principal, nos creaba oleaje". Y lo que más le llamaba la atención era su actitud: "No hablaban, no respondían a las preguntas de los agentes, solo se miraban entre ellos y de una forma como coreografiada exhibían esas pancartas, era todo muy surrealista, era evidente que iba a suceder algo".
Según su relato, la embarcación más grande empezó a quedarse rezagada: "Empezó a interrumpirnos la navegación con intrusiones en nuestra línea de navegación, después pasaron a ser embestidas laterales hasta que llegó al punto de poner la parte delantera de su embarcación al centro de la nuestra".
La situación fue a peor porque la otra barca también les atacó: "Nos intenta abordar, intenta pasarnos por encima". Él intentó alcanzar su arma para defenderse, pero no pudo: "Recuerdo haber intentado coger el arma para abrir fuego pero era imposible, no nos lo permitían, eran embestidas continuas (...) Solo te diré que hay una embestida tan salvaje que nos pasa a escasos metros de la cara el motor de la embarcación y exclusivamente estoy aquí hablando con vosotros porque nuestro patrón, con gran pericia, lograba esquivar cada una de estas embestidas".
La persecución duró unos 15 minutos en los que los que el agente intentó "mantener la comunicaciones incólumes" para dejar constancia de lo que pasaba y "para que sepan dónde encontrarnos o dónde encontrar nuestros cuerpos".
Las embarcaciones fueron interceptadas por la guardia civil tras el aviso de la guardia urbana, pero ahí empezó el verdadero calvario para los agentes, que arrastran secuelas físicas desde entonces: "Yo sufrí politraumatismos (...) Mi mayor dolencia está en mi columna vertebral. Mi espalda no volverá, no volveré a jugar con mi hijo como antes y es duro de aceptar".
Además, denuncian abandono: "A nivel institucional no hemos recibido ni una llamada, no hemos recibido ningún apoyo y es tan doloroso como uno se puede imaginar el que no haya tenido ni una simple llamada de ánimo".
Ambos están jubilados, los dos tienen incapacidad permanente, pero asegura que no se les ha reconocido: "El año pasado en la jubilación que hubo, a mi compañero lo jubilaron antes, se entregó los galardones a los que se jubilaban y a él ni lo llamaban. Consta que se ha jubilado con honores a tres perros, a tres canes de la unidad canina. Esto lo único que destapa es la sensación de soledad, de abandono. Es convertir a una persona en un número. Es la insignificancia, es la nada, es el vacío, el no importar".
"Que pases de tener un trabajo y una vida a que te intenten matar y que no le importes a nadie, que pase el siguiente", se lamentaba el agente, que recordaba con pesar lo sucedido: "Es una situación de angustia, creo que es la más grave que puede vivir un ser humano, mirar a la cara a la muerte sabiendo que es completamente inexorable".