Entre diario por la tarde echaban el VIP de los niños (ojo, que había como tres o cuatro versiones más). Siendo para niños y de principios de los 90 solo podía llamarse 'VIP Guay'. Huelga decir que lo flipé muy fuerte cuando mi madre, en aquel entonces presidenta del APA, movió hilos para que yo pudiera participar en el programa junto a otros dos de los más 'empollones' de la clase y acompañados de los chavales de 6º de EGB, que se sentarían en el público.
La idea del programa era de lo más simple: fulanito y fulanita echando un 'Tres en raya' con preguntas de "Verdadero" o "Falso". Pero en torno a esta premisa se desplegaba en 'VIP Noche' el más descacharrante de los shows: un panel de 'Tres en raya' formado por celebrities, aderezado con números de humor, actuaciones musicales, vedettes exóticas... el disloque, vaya. Todo ello orquestado por un Emilio Aragón enfundado en smoking y zapatillas blancas totalmente venido arriba: presentaba, dirigía, protagonizaba varios sketches, cantaba las canciones de su disco (que por cierto arrasó en ventas con temazos como 'Te huelen los pies' o 'Cuidado con Paloma') y 'tonteaba' con una debutante Belén Rueda. Ella conoció allí a Daniel Écija, pero para todos los chavales de la época, entre Belén y Emilio había 'tema'.
'VIP Guay' tenía una mecánica parecida a la de su homónimo del prime time, pero ahora los concursantes eran famosos y dos colegios se enfrentaban dentro del panel. Invitados aquel día como concursantes fueron el Capitán Canalla y sus célebres 'Inhumanos', entre los que desgraciadamente no he podido ubicar a Toño Sanchís. El panel de 'Tres en raya' lo ocupábamos los tres de mi 'cole' y otros tres chicos de otro centro. Completaban las casillas el tristemente desparecido Mané, sidekick por antonomasia de Emilio Aragón; 'Otto', un entrañable teleñeco cuyo alter ego (juro que lo vi, aunque no veo referencia alguna en Google) era Paco Clavel; y el Dúo Sacapuntas que, acordándose de sus éxitos en el 'Un, dos,tres...', habían creado nuevas consignas para este concurso como "¿Sabes lo que te digo?... ¡Qué poco me gusta ese tío!".
Emilio Aragón estuvo al frente del programa durante un año, pero después le cedió el testigo al cómico Pepe Viyuela. A nosotros nos pilló justo el cambio y fue un poco chasco, la verdad. Entiéndanme, no tengo nada contra el actor de 'Aída', pero en aquella época Emilio Aragón para los niños era como ahora podría ser El Rubius. Emilio Aragón era Dios.
Algo curioso sucedió cuando pisé por primera vez los estudios de Telecinco. Recuerdo recorrer aquellos pasillos como poseído por un frenesí mitómano incontenible. Recuerdo pedirle autógrafos a todo famoso que se me cruzaba. Recuerdo que le pedí un autógrafo a 'La Bombi'. En aquel instante supe inmediatamente que mi destino, de alguna manera, estaba ligado a aquel mágico lugar. Joder, yo también quería ser un niño famoso. Mis fútiles y repelentes esfuerzos en esa empresa quedan patentes en el vídeo adjunto. Baste decir que después de saludar yo a mis amiguetes durante una de mis intervenciones, todos los demás niños quisieron subirse al carro de los saludos. El 'Súper' del programa nos regañó desde las alturas y nos prohibió hacerlo más. Además, Paco Clavel me soltó una pullita durante la publi que aún no se me ha olvidado.
La segunda parte del programa se emitió al día siguiente, pero todo se grabó del tirón el mismo día y ni nos cambiarnos de ropa. No se me hizo largo, yo estaba como en una nube. Terminado el 'Tres en raya', los dos equipos de niños nos enfrentamos en un duelo final que consistía en llevar huevos de un sitio a otro con una cuchara en la boca y subidos en un triciclo. Me llevé una consola por tamaña gesta. Y poco más. Terminamos el concurso en plan 'rave' dando botes como locos durante casi dos minutos de créditos, incordiando y dando manotazos en la calva al pobre Pepe Viyuela junto a Los Inhumanos que, llevados por el fervor del momento, tuvieron la ocurrencia de ponerle de sombrero una de las cestas de huevos a un chaval de mi cole. A todos nos hizo muchísima gracia. Al chaval no tanta.
Como prometía la sintonía del programa (interpretada, cómo no, por Emilio Aragón), nos lo pasamos 'dabuten', mejor incluso que cuando nos llevaban al zoo o al monasterio de El Escorial. Y, si bien no me hice famoso, tras la emisión me convertí en alguien muy popular durante dos meses en el barrio. En todos lados me machacaban haciendo chanza de mi planeado, infantil y fallido chascarrillo: "¿Verdadero o 'falseiro'?". La fama es así de amarga a veces.