El punto de partida estaba en una particular fórmula: ‘1+1=7’ (que ponía de los nervios a los más matemáticos) y que se traducía en una foto de familia. No era una cualquiera, sino un padre (Diego) que incorporaba tres hijos en su nuevo enlace (Marcos, Guille y Curro) y una madre (Lucía) que sumaba otras dos hijas más (Eva y Teté) al reciente matrimonio.
A partir de ahí se añadía la abuela, el tío y el perfecto amigo que te mete en todos los líos. Un cúmulo de amores muy bizarros, frases y coletillas para la posteridad y el bando de los perfectos gañanes capitaneado siempre por hombres, frente al papel más sensato que recaía en las féminas del reparto. Todo ello aderezado por el jamón serrano, la copita de vino y las intrigas de taberna.
Con ‘Los Serrano’ crecimos bajo el amor imposible de dos hermanastros: Marcos y Eva (y por si no era suficientemente original repitieron el mismo argumento después en la siguiente generación); descubrimos el atractivo que puede despertar el hombre tosco de bar (Diego); compadecimos a la sufrida esposa (Lucía) y amamos a Fiti… simplemente por ser él mismo.
El resultado de esta explosiva mezcla nos llevó a vivir 8 temporadas con ellos y a sentir desde ese mítico 22 de abril de 2003, que teníamos una familia postiza con aquella tribu tan particular de ‘Los Serrano’. Recuperamos ahora los primeros momentos de cómo empezó todo.