La desesperación que envolvió el caso Rocío Wanninkhof del que pronto todos se hicieron eco dio lugar a que se precipitasen los juicios y que el proceso al final se saldase con dos víctimas. La joven asesinada y la persona a la que se encarceló injustamente.
Se cumplen 19 años de uno de los crímenes que más sobrecogieron a todo un país. Fue con Mª Teresa Campos al frente de 'Día a Día' donde conocimos los primeros datos que se manejaban en torno a la desaparición de Rocío. Todo el pueblo de Mijas se había movilizado para encontrar a una joven que llevaba varias horas desaparecida y después de la última hora que ofreció el programa matinal se sumaron nuevos esfuerzos llegados ya de todos los rincones.
Se habían encontrado los calcetines y zapatillas de deporte de la joven manchados de sangre. Una prueba que hacía presagiar el peor de los desenlaces, pero que en ningún momento quebrantó el ánimo para aquel amplio dispositivo de búsqueda. Rocío había sido vista por última vez entre las nueve y diez de la noche, momento en el que se despidió de su novio para arreglarse y de nuevo juntos salir a la feria de Fuengirola. Sin embargo, la joven nunca consiguió llegar a su casa.
El pánico porque se repitiese el mismo escenario entre otras familias que tenían chicas adolescentes desató una alarma social sin precedentes. La opinión popular se puso en la piel de la familia Wanninkhof y de su desesperación y esto determinó que después la carga emocional cayese pesadamente contra la supuesta culpable de todo: Dolores Vázquez. La segunda víctima tras ingresar en prisión 17 meses en aquel mediático caso.
Pero antes de que el peso de la injusticia señalase a Dolores Vázquez y todo el país la estigmatizase para siempre hubo un momento para la esperanza y para encontrar todavía a Rocío con vida. "Yo soy su tía y de verdad que pido que nos la devuelvan. Solo tiene 19 años", era el grito no solo del familiar de Rocío, sino de todo un país conmocionado por aquella dramática ausencia.
Poco se podía imaginar Mª Teresa Campos que la recompensa de dos millones de pesetas de la familia para aquel que aportase pruebas no serviría de nada y que al mes de hacer el llamamiento en su programa para la búsqueda de Rocío Wanninkhof daría la fatal noticia de su muerte.
El caso se resolvería cuatro años más tarde a partir de la muerte de otra joven: Sonia Carabantes en casi idénticas condiciones a manos del británico Tony Alexander King. También era difícil imaginar el enjuiciamiento popular al que se sometería aquel caso que terminó con un gran error judicial que dañó a la presunción de inocencia para siempre.
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