Carmen Sevilla, uno de los grandes iconos de nuestro cine y televisión, nos ha dicho adiós a los 92 años y en ‘Unplugged’ queremos hacer el homenaje que se merece a una mujer que hizo historia en Telecinco al convertirse en presentadora de uno de los espacios estrella.
En el año 1991, hace 32 años, la cantante aterrizó en la pantalla amiga y lo hizo para conducir el Telecupón, un formato en el que entregaba premios y repartía alegría en cada una de sus entregas. Damos un salto al pasado para recordar su primer día.
Belén Rueda fue, durante mucho tiempo, presentadora del Telecupón junto a Agustín Bravo, pero su etapa en el programa de Chicho Ibáñez Serrador terminó en septiembre de 1991, coincidiendo con su fichaje por el programa ‘VIP’ de Emilio Aragón.
Ella se marchaba y, por tanto, alguien tenía que ocupar el puesto que había dejado. Telecinco eligió a una presentadora de altura para ello, a una mujer que tenía muchísimo carácter y carisma. Todo un icono que era de lo más reconocido por todos.
Desde el 1 de octubre de 1991, Carmen Sevilla se puso al frente del espacio y empezó a alegrarnos las noches a diario. Su simpatía, espontaneidad y el cariño con el que se dirigía a los espectadores traspasaba la pantalla y, por todo eso, se convirtió en un rostro de lo más querido.
Eran millones de personas las que, cada día, se enganchaban al Telecupón de Agustín Bravo y Carmen Sevilla y que disfrutaban de su compañía. Para la actriz, era toda una oportunidad televisiva y se sintió muy feliz en su debut de haber sido la elegida.
“Estoy feliz y emocionada de presentar este precioso programa. Quiero agradecer a Telecinco el haberme dado esta oportunidad de entrar en vuestras casas y haceros un poquito felices. Estoy muy emocionada y feliz de estar con todos ustedes”, dijo en sus primeros minutos en el programa.
“Os pido que tengan un poco de benevolencia, por si he estado un poco más nerviosilla, pero, de verdad, que lo he hecho de corazón”, dijo al despedirse de su primer día. Y no nos cabe duda de que lo hizo de corazón, ya que Carmen Sevilla no sabía hacer las cosas de otra manera.
Ella era de ponerle el alma a todo y de convertirse en la mejor compañía de los espectadores con su carácter divertido y su cercanía. Hasta siempre, Carmen.