Hace 14 años el programa 'A tu lado' vivió el momento más duro desde que había empezado a rodar en Telecinco. Con una tristeza imposible de disimular, Emma García dio la peor de las noticias: su compañera Carmina Ordóñez no se volvería a sentar con ellos. Se había ido para siempre la 'Reina de Corazones'. En su lugar había una flor blanca en aquel sitio que había ocupado ella unas horas antes y con este gesto empezó el primero de los muchos homenajes que se vivirían en directo aquel 23 de julio de 2004.
En el ambiente se notaba un dolor que asfixiaba y no sin muchos esfuerzos consiguieron emitir aquel programa que formaría parte de la historia de la televisión. Todo eran recuerdos que se agolpaban y al final Marisa Martín Blázquez puso palabras para ese dolor generalizado. En una carta directa a puño y letra en unas cuartillas el programa en nombre de la periodista quiso decir su particular adiós a Carmina:
"Te nos has ido Carmen Ordóñez como tú querías: limpia. Bañada por el agua que todo lo purifica y antes de cumplir los 50 como siempre habías dicho que era tu deseo". Así empezaban las palabras más sentidas que recordaron desde a la Carmen Divina, reina indiscutible de las portadas del corazón, como a la compañera con la que compartían confidencias, camerino y horas de plató.
Seguía la misiva diciendo: "Nos has dejado sin avisar, sin despedirte que a ti no te gustaba, ¿qué va a hacer ahora Tana sin su 'güita' o Fran, Caye y Junior?". Marisa no podía evitar acordarse de los grandes amores de su amiga Carmina y se ponía en la piel de ellos. Un sufrimiento que aquella tarde todos compartían.
"Te has ido Ordóñez y te recordaremos sonriendo, hablando de tus cosas, contando con el arte de los de tu estirpe, tus idas y venidas por tu nada monótona existencia" y diciendo esto tenía que hacer una pausa más para llegar al final. A la definitiva despedida. "Allí, Carmen, donde estés divinamente". Y estas últimas palabras precedieron una ovación que de algún modo dio consuelo a los colaboradores.
Emma García, Kiko Matamoros, Kiko Hermández y la propia Marisa lloraban y se enfadaban con aquel cruel destino de la vida que había hecho demasiado caso a la premonición de no llegar a los 50 que siempre mantuvo Carmina Ordóñez. A partir de esa fecha ella ya no estaría, pero no habría un año que dejáramos de recordarla.