Nos pasamos buena parte de nuestra vida buscando la felicidad. Creemos que nos llegará cuando cobremos más, cuando tengamos una casa más grande, cuando hagamos ese viaje de ensueño… pero la ciencia ha demostrado que todos esos pensamientos están equivocados. Alcanzar la felicidad es mucho más fácil: está en las relaciones sociales de calidad.
El psicólogo estadounidense Robert Waldinger es el cuarto director del estudio más importante que existe sobre la felicidad humana. Tras 75 años analizando a un grupo de personas, llegaron a dos importantes conclusiones que pueden cambiarnos la vida:
La primera es que las conexiones sociales fomentan nuestro bienestar, mientras que la soledad lo deteriora. Las personas con más vínculos sociales son más felices, más sanos y viven mejor. En cambio, aquellos más aislados son más susceptibles a sufrir recaídas de salud, sus funciones cerebrales decaen más rápido y viven peor que las personas que no están solas. Además, son menos felices.
Lo importante no es la cantidad de amigos que tengamos ni si estamos en pareja, sino que la clave está en la calidad de esas relaciones más cercanas. En disfrutar juntos, compartir momentos y crear recuerdos.
Cada encuentro con nuestra gente por pequeño o cotidiano que sea, nos aporta felicidad en nuestros día a día: una cena en familia, esas cañas después del trabajo, el tardeo con amigos que no sabes cuándo acabará, o esa cena especial con tu pareja. Todos los recuerdos generados de esos encuentros nos hacen revivir la felicidad y bienestar que sentimos y nos invitan a seguir encontrándonos con nuestra gente, a quedar y vernos, a charlar, a reír y, en definitiva, a ser un poco más felices.. Porque la vida es más vida cuando nos encontramos, sea con una llamada, una excursión por la naturaleza o una tarde con amigos brindando con Mahou Cinco Estrellas.