Ocho años después de levantar la Eurocopa 2012, y tras encadenar tres fracasos consecutivos, la selección española vuelve a llamar a las puertas de la gloria. No ha sido fácil llegar hasta aquí en un torneo marcado por la personal lista de Luis Enrique, la burbuja del Covid-19 o las críticas desmesuradas hacia Morata.
Piedras, acantilados, en el camino que el combinado nacional ha ido saltando para plantarse en semifinales en el mítico Wembley.
La historia cita a la España de Luis Enrique con Italia. El asturiano, al igual que los millones de aficionados que aún recordamos con rabia ese 9 de julio de 1994, tienen ante sí la revancha esperada.
En el Foxboro Stadium de Boston, en ese revolucionario Mundial de USA’94, bajo el vergonzoso arbitraje Sandor Phul y perdiendo 1-2, Mauro Tassotti nos rompió a todos la nariz para despertarnos de un sueño. En mi caso de adolescencia.
La sangre en el rostro de Luis Enrique fueron las lágrimas de todo un país que había depositado una vez más las esperanzas en una selección por entonces acostumbrada a pocas alegrías. El árbitro húngaro no quiso ver penalti pese a la fractura nasal a Luis Enrique y España se volvió con más rabia que dolor para casa.
Esa Italia de Arrigo Sacchi acabaría perdieron la final en los penaltis contra Brasil con fallos de Roberto Baggio y Baresi. Ahora, 27 años después, el fútbol vuelve a reencontrar a ‘Lucho’ contra Italia en semifinales. Es el momento de nuestra revancha con la nariz ya citratizada.