Sólo un equipo, Italia, tocó la gloria tras ganar la Eurocopa. Pero a lo largo de 51 encuentros, muchos equipos, entrenadores y jugadores merecieron, por diferentes motivos, entrar en la lista de los protagonistas del torneo. Desde Christian Eriksen a Cristiano pasando por Luis Enrique, Gareth Southgate, Gianluigi Donnarumma o Karim Benzema, hasta un total de diez coparon la lista de los nombres que no pasaron desapercibidos:
Sin duda, el centrocampista danés protagonizó el gran susto de la Eurocopa. En el minuto 43, durante el partido inaugural de su selección frente a Finlandia, se desplomó sobre el césped del Parken Stadion de Copenhague por culpa de un problema cardiaco. Arropado por sus compañeros, y asistido rápidamente por los servicios médicos, fue estabilizado y trasladado a un hospital.
Su caída a plomo recordó a tragedias como la de Antonio Puerta, Marc-Vivien Foé (Camerún), Muklós Fehér (Benfica), que fallecieron durante un partido de fútbol. Afortunadamente, Erikson sobrevivió y la Eurocopa no se tiñó de luto. Su equipo le homenajeó con un gran torneo. Alcanzó las semifinales y cada partido y victoria se la dedicaron al jugador del Inter.
Individualmente, Cristiano Ronaldo firmó un torneo más que aceptable con cinco dianas en cuatro partidos. Aunque tres de ellas fueron de penalti, no le restan mérito a los récords que consiguió con sus goles a Hungría, Alemania y Francia.
Con los últimos dos tantos que marcó al conjunto galo, alcanzó los 109 goles con su selección e igualó al iraní Ali Daei, que llegó a esa misma cifra en los 149 partidos que disputó en su carrera. Además, se convirtió en el máximo goleador de la historia de las Eurocopas con 14 tantos y de las Eurocopas de los Mundiales juntos con 21 tras superar a Miroslav Klose. Al final, sus marcas, no sirvieron mucho a Portugal, eliminada por Bélgica en octavos.
Llegó hasta la final un peldaño por debajo de otros porteros que firmaron actuaciones sobresalientes en la Eurocopa como el suizo Yann Sommer o el danés Kasper Schmeichell. Sin embargo, a partir de semifinales sus actuaciones pasaron de ser sobrias y cumplidoras a decisivas en dos tandas de penaltis que marcarán época.
En la primera, eliminó a España con una parada a Álvaro Morata, y en la segunda, dio el título a Italia después de detener los disparos de Jadon Sancho y de Buyako Saka. Sus aciertos, unidos al penalti que lanzó Marcus Rashford contra un poste, sirvieron para que Italia alzara su segundo trofeo. Después, fue elegido el mejor jugador del torneo. Su nuevo club, el París Saint-Germain, ya se frota las manos.
Cuestionado en la fase de grupos después de empatar ante Suecia y Polonia y de ganar a Eslovaquia, Luis Enrique consiguió que la afición de España se ilusionará con su selección a partir de octavos. Sufrió ante Croacia con una prórroga y frente a Suiza en los penaltis, pero en semifinales ante Italia, España recuperó con rotundidad su identidad y su mejor versión.
Aunque se despidió en los penaltis y con un solo partido ganado, la España de Luis Enrique dejó un poso de ilusión gracias a una joven generación de futbolistas que promete emociones fuertes. Luis Enrique, fiel a su estilo y a sus conceptos, confió en sí mismo y en sus ideas hasta dar un golpe encima de la mesa justo el día que fue eliminado. Curiosamente, ese fue el mejor y el que sienta las bases de una España con futuro.
La Eurocopa se caracterizó por la gran cantidad de golazos que hicieron disfrutar a los espectadores. Ejemplos hay muchos: el de Paul Pogba a Suiza, el de Lorenzo Insigne a Bélgica, el de Luka Modric a Escocia, el de Mikkel Damsgaard a Inglaterra, el de Thorgan Hazard a Portugal, el de Irfan Kahvecy a Suiza o el de Robert Lewandowski a Suecia. Pero, por encima de todos, sobresalió el del checo Patrick Schick a Escocia.
El delantero del Leverkusen dejó con la boca abierta al planeta fútbol con un zurdazo impresionante desde el centro del campo que alcanzó la red de la portería defendida por David Marshall gracias a un efecto endiablado que encumbró su obra de arte. Después, marcaría otros cuatro tantos en el torneo para igualar a Cristiano Ronaldo en la tabla de máximos goleadores. Sin embargo, el título se lo llevó el portugués gracias a una asistencia que no consiguió el checo.
Muchos fueron los nombres de Italia que podían entrar en la lista de los mejores junto a Gianluigi Donnarumma: su entrenador, Roberto Mancici, el centrocampista con mejor criterio del torneo Jorginho o el explosivo Federico Chiesa. Pero, por encima de los tres, se ganaron el derecho de ser protagonistas de la Eurocopa Leonardo Bonucci y Giorgio Chiellini.
A sus 34 y 36 años, respectivamente, los dos centrales del Juventus demostraron que no hay límite de edad para triunfar. Ambos apuntalaron la defensa de Italia y jugaron a un nivel que ralló la perfección. "Ahora nos iremos de vacaciones juntos y yo convenceré a Chiellini para que siga hasta el próximo Mundial", dijo Bonucci después de levantar el título. Parece que aún tienen cuerda para rato.
Dos laterales largos, el danés Joakim Maehle y el suizo Steven Zuber, recuperaron el arte de los extremos que muchas veces escasea y que de vez en cuando asoma la cabeza para demostrar que el fútbol pegado a línea de banda no se ha extinguido. Y, si en la Eurocopa hubo dos jugadores que no pasaron desapercibidos, fueron ellos.
Zuber se convirtió en el máximo asistente del torneo con cuatro pases de gol. En un mismo partido, ante Turquía, acumuló tres e igualó un récord de Michael Laudrup y de Rui Costa. Maehle, suplente en el Atalanta, volverá revalorizado después de marcar dos goles en la Eurocopa y de dar una de las asistencias más bonitas, la que recibió Kasper Dolberg ante la República Checa después de un preciso golpeo con el exterior que recordó al mejor Luka Modric de siempre.
Súper favorita antes de empezar la Eurocopa, Francia se pegó el batacazo ante Suiza en octavos de final tras caer en la tanda de penaltis. Después, muchos fueron señalados, desde su entrenador Didier Deschamps hasta su jugador franquicia, Kylian Mbappé. Pero, entre las críticas, sobresalió una figura que recibió algún que otro halago: la de Karim Benzema.
El jugador del Real Madrid volvió a su selección después de años ausente por el "caso Valbuena". Deschamps acertó con su vuelta. El delantero galo mostró su mejor nivel, dejó cuatro goles, alguno de ellos marca de la casa como el que hizo a Suiza con un control imposible y cerró su temporada con 34 tantos, la segunda mejor de su carrera. Con contrato hasta el Mundial de Catar 2022, Deschamps podría volver a contar con un hombre que no defraudó.
Hacía mucho tiempo que Inglaterra no llegaba lejos en dos grandes competiciones consecutivas. Hay que remontarse a su Mundial de 1966, cuando ganó su único título, y a la Eurocopa de Italia 1968, cuando alcanzó las semifinales, para ver a un equipo con similares prestaciones como el que ha creado Gareth Southgate, que también dirigió al cuadro británico hasta las semifinales del Mundial de Rusia 2018.
Huérfana de una identidad, con muchas frustraciones por no poder explotar a sus mejores jugadores y tras décadas sin encontrar un estilo, Southgate ha dotado a Inglaterra de un ADN reconocible con cuatro puntos: juego con balón, sin posesión, flexibilidad táctica y transiciones. Y todo ello, de forma integrada en todas las categorías inferiores del fútbol inglés. A partir de 2017, los frutos no han tardado en llegar: se proclamaron campeones de los Mundiales sub-20 y sub 17 y de la Eurocopa sub-19. Una generación de futbolistas británicos se ha amoldado al estilo de Southgate, el arquitecto la nueva Inglaterra.
Muchos jugadores podrán presumir de haber completado una gran Eurocopa pese a que sus equipos se perdieron por el camino y fueron eliminados antes de tocar la gloria. La lista es larga, pero merecen un reconocimiento. El sueco Emil Forsberg, con cuatro tantos, tiró del carro de su selección, que acabó su aventura en octavos de final tras caer ante Ucrania; el polaco Lewandowski, criticado al inicio de la Eurocopa, provocó que su selección rozara el milagro de clasificarse para octavos con tres tantos de categoría.
Italia se cruzó por el camino del belga Romelu Lukaku en cuartos de final, pero dejó patente su voracidad con cuatro tantos; el neerlandés Georginio Wijnaldum firmó una fase de grupos excelsa con tres tantos en las tres victorias de su equipo, pero el tropezón ante la República Checa en octavos acabó con su aventura; y a los ingleses Harry Kane, de menos a más, y Raheem Sterling, de más a menos (cuatro y tres goles, respectivamente), Italia les dejó sin titulo y sin gloria, pero ambos, como muchos otros, también firmaron un buen torneo.