Varios son los hechos que hacen que Sor Herminia comience a sospechar sobre las prácticas ilegales de su superiora con niños recién nacidos. La monja, ante la cercana exhumación de los restos mortales de la hija de Violeta, acude a hablar con Sor Eulalia, que no reconoce haber cometido ningún tipo de delitos en el pasado.