Nada más dar a luz, Violeta pide que le dejen ver a su recién nacido. Pero Sor Eulalia, encargada de asistirle durante el parto, se lleva rápidamente al bebé asegurando que no puede respirar. La madre ha visto cómo lloraba con fuerzas y se desespera tratando de evitar que se lo lleven del paritorio.