Japón en 9 días
Era la primera vez que pasaba tanto tiempo en un avión directo y sin escalas. 14 horas, casi nada. Y es que el País del Sol Naciente está muy lejos. Por muchas películas que puedas ver on board, y mirar sin descanso el tiempo que te falta para llegar, la altitud, y los kilómetros que has recorrido, el trayecto se hace pesado y largo, pero no por ello no merece la pena, todo lo contrario. Este es el diario de mi viaje a Japón, espero que os guste!
Entre otras muchas cosas, me dijeron que Japón era carísimo (comparando con Madrid tampoco tanto), que el metro/tren era una locura (bueno sí lo es, pero no me pareció más complicado que otra ciudad), que los japoneses eran muy educados y respetuosos (desde luego que sí, que envidia de educación), que los baños son especiales (ya lo creo), que las propinas están incluidas (se agradece) y que pocos hablaban inglés (esto me sorprendió muchísimo. Afirmativo). Con estas referencias…y después de un largo viaje…llegué a Japón, el primer país asiático que visitaba.
Me hospedé en el Asakusa View Hotel, y como podéis comprobar, su vista era espectacular…desde mi habitación pude ver el Monte Fuji (una maravilla) y desde el restaurante donde desayunaba, la Torre de Tokio.
En este barrio se encuentra el Templo Sensoji, el templo budista más antiguo de Tokio, y el primero que visité. Puedes acceder de muchas maneras, pero la más típica es cruzando la puerta de Kaminarimoncon donde se encuentra un enorme farolillo rojo que te lleva a todas sus tiendas de souvenirs.
Cuando llega la primavera, llega el Hanami, que significa ver y observar la floración de los cerezos, disfrutando de todo su esplendor e incluso haciendo pic nic debajo de ellos. No tuve la suerte de verlos, pero los intuí...
En Japón me sorprendió la inexistencia de rotondas. ¿En su lugar? Cruces de peatones diagonales, verticales y horizontales…como el famoso cruce de cebra de Shibuya rodeado de luces de LED. La verdad es que me decepcionó un poco, no pude resistir compararlo con mi querido Times Square, aunque admito que tiene su encanto. Allí se encuentra la estatua de Hachiko, el perro que protagoniza la preciosa historia real en el cine con Richard Gere.
Y andando llegué al parque Yoyogi, uno de los más grandes de Tokio, y posé con mi primer Tori, ese arco tradicional que suele encontrarse a la entrada de los templos sintoístas, y que es símbolo de prosperidad y buena suerte.
De camino a la calle Takeshita, fotografié escaparates y el street style japonés. A ellas les mola los calcetines cortos, las coletitas, los lazos, y los cancanes… A ellos los bolsos, sí, sí todos los hombres japoneses llevan bolso.
La calle Takeshita era mucho. Chicas gritando a las puertas de las tiendas, gigantescos crèpes “disecados” en máquinas tragaperras, mucho brilli brilli y gente peculiar con sus outfits.
Si quieres ver la meca de la arquitectura de Tokio, tu sitio es Ginza, uno de los barrios más lujosos de Tokio. Allí visité Gucci, Prada, o Louis Vuitton…las tiendas más exclusivas.
De Tokio, lo que más me llamó la atención y me impactó a lo que no había conocido en otros viajes fue Kabukicho, el Barrio Rojo, en Shinjuku. Luces de LED, mucho colorido, looks dispares y muchísimos restaurantes temáticos… el de los robot, el de los vampiros, el de los Ninja, de Alicia en el País de las maravillas etc…y mucha tienda de segunda mano y bolsos fake.
Siempre que viajo me gusta visitar los mercados locales, como el de Tsukiji. Dicen que es el que tiene la mayor lonja de pescados del mundo. Las callecitas que lo rodean venden productos marinos, vegetales, frutas... y tienes muchísimos restaurantes, y puestos en la calle donde se come francamente genial.
¿Se come bien en Japón? Pues sí. Y no hace falta que te guste el sushi, tienes muchas más opciones. Francamente envidio lo sano que comen, sin grasas, sin pan, comen mucho vegetal, pescado y también carne (aunque reconozco que después de unos cuantos días fuera de casa…eché de menos el jamón de jabugo, el queso, el pan, la tortilla de patatas y el buen vino!)
Si hay algo que les chifla, es el Matcha. Lo encontré en helados, chocolates (kit kat), bollería, batidos…su sabor es especial y adictivo, cuanto más lo pruebas más te gusta. En té y con leche… ¡Mi preferido!
Me contaron que las religiones más mayoritarias e influyentes del país son el budismo y el sintoísmo. Pero que sobre todo, los japoneses son muy que muy supersticiosos, creen en la buena o mala suerte, y no dudan en hacer todo tipo de rituales para atraer las buenas energías. Aquí algunos ejemplos: es tradición a la entrada de los templos encender unas barritas de incienso, prenderlas y llevarte el humo a las partes de tu cuerpo que quieras sanar. Seguro que habréis oído hablar de los papelitos de la fortuna, los omikuji, los encuentras en la entrada de los templos, en algunas calles y por su bajo precio (100yenes) se han convertido en el amuleto más popular porque “predice” tu fortuna. Si sacas uno en el que tu suerte es mala, debes dejarlo atado en la salida del templo para que tu mal karma se quede allí. También el Temizu, una ceremonia de ablución que se realiza en la entrada de la mayoría de los santuarios sintoístas y en algunos budistas. Consiste en lavarte la cara y los brazos con la ayuda de unos pequeños cazos cogiendo agua de una pila de piedra, todo para purificarte y despojarte de toda maldad y contaminación.
Dicen que el color naranja les protege de la mala suerte, por eso ese color en Templos, Toris etc…
Después de pasar 3 días en Tokio, cogí el tren bala hasta Kyoto. Si tienes intención de viajar por todo el país, sin duda sácate el Japan Rail, aunque te parezca caro, no es así, ahorrarás dinero y te permitirá moverte con sus trenes de alta velocidad, otros locales, y con la comodísima línea circular Yamanote en la ciudad de Tokio. Todo está incluido. Recomendable 100%.
Si quieres ver el Monte Fuji, y vas de Tokio a Kyoto, reserva tu asiento en la parte derecha del tren!!!
Y así fue, como gracias al Shinkansen, llegué a Kyoto en menos de tres horas.
Sin tiempo que perder, fui a conocer el templo budista dorado de Jishò-Ji. ¡¡¡Qué maravilla!!! Y es que Kyoto…me pareció taaan bonito! Sobre todo porque conserva el espíritu tradicional japonés. Después de coger mi primer autobús urbano (y desesperarme con el conductor que no sabía naaada de inglés para entender que en el bus se paga al bajar y no al subir), llegué al espectacular templo en medio del lago. Absolutamente maravilloso.
Y desde allí, cogí un taxi hacia el este, a Kiyomizu-Dera. La subida al conjunto de templos situados en el distrito de Higashiyama, repleta de tiendecitas y mujeres en kimono, es preciosa.
Allí, muchos acuden al santuario Jishu dedicado al Dios del amor y del matrimonio. Tienes que recorrer 10 metros de piedra a piedra con los ojos cerrados y sin ayuda. Si lo consigues (según la leyenda), el amor llamará pronto a tu puerta, pero si necesitas ayuda, el amor tardará en llegarte un poco más (deciros que llegué solita y sin ayuda…a ver si hay suerte 🙂)
En mi segundo día en Kyoto, decidí coger un guía, para conocer mejor la historia de todo cuanto querían ver mis ojos. En tan solo 30 minutos, en tren y por supuesto sin pagar gracias al Japan Rail, llegué al santuario de Fushimi Inari-Taisha, enclavado en la base de una montaña. Patrón de los negocios, 32.000 toris rojos donados por empresas, construyen un túnel interminable donde miles de personas lo atraviesan y se fotografían en todos los metros cuadrados que dura el recorrido. Es un lugar mágico.
De allí, otro tren a Nara. Tenía verdadera curiosidad por dar de comer a la cantidad de ciervos que viven en el parque. Estos animales están considerados como mensajeros de los dioses según el sintoísmo y por esa razón, están protegidos. ¡Pero ten cuidado! Porque tienen hambre, no se sacian con las galletas que les compras y te darán algún que otro bocado (sin importancia)
Me contaron que sus cuernos son cortados para que no destrocen los árboles del bosque y no hieran a los turistas.
En el Templo Todai- Ji está el Buda de bronce más grande de todo Japón. Otra superstición más: si atraviesas un pilar de las mismas dimensiones que uno de los orificios de su nariz, serás bendecido. Y por supuesto, lo crucé.
Y para terminar el día, que mejor que ir a cenar a Osaka. Llegas en media hora y también sirve el Japan Rail. Lo poco que pude conocer de esta ciudad me pareció una locura…me gustó! Canales que la atraviesan y gente muy freaky, mucho.
Arashiyama, el impresionante bosque de bambú, se encuentra al oeste de Kyoto. Si quieres recorrerlo sin aglomeraciones, deberás levantarte muy pronto, de lo contrario, no tendrás otra opción que armarte de paciencia y posar tapando a toda la gente.
Los paisajes y jardines japoneses están increíblemente cuidados.
Las pagodas, construcciones de varios niveles típicas de Asia, son construidas con fines religiosos principalmente en santuarios budistas.
Y después de contaros mi día a día, aquí lo que más me sorprendió de mi experiencia en Japón:
UNO----: Japón es un país limpísimo. No veras ningún papel en el suelo. No hay papeleras. Tendrás que llevar la basura contigo para tirarla donde las haya.
DOS----: Los japoneses son educadísimos y respetuosos. Hacen cola cuando llega el metro, nada de colarse ni de empujarse.
TRES----: El choque cultural de seguir viendo a mujeres vestidas con kimono. Maravilloso.
CUATRO----: El arte de alimentarse sano. Jamás había comido tantos vegetales ni verduras (y eso que cuido mucho mi alimentación).
CINCO----: La puntualidad. Si te avisan que el tren llega a las 18:03, vendrá a esa hora, ni más ni menos.
SEIS---: Los ciegos cuentan con elementos que les advierten de la movilidad peatonal y accesibilidad en todos los espacios. Un diez.
SIETE---: Debido a los terremotos que sufren, ninguna casa se toca entre sí para que puedan balancearse en caso de temblor. Además cuentan con un mecanismo de muelles que amortiguan el seísmo.
OCHO---: Está prohibido fumar andando y en la calle. Solo podrás hacerlo en sitios específicos. Si fumas donde tú quieres, te llamarán la atención y además tendrás que llevarte la colilla contigo porque no hay papeleras, te acuerdas? Aunque sorprendentemente, se puede fumar en algún restaurante…
NUEVE---: Muchos cementerios están localizados dentro de la ciudad.
DIEZ---: diría que el 30-40% de la población lleva mascarilla. Al principio pensé que era por la contaminación. Negativo. En Japón no hay contaminación porque apenas hay coches. Sólo si dispones de parking, puedes comprarte un vehículo. La razón principal es por respeto a los demás. En el momento que comienzan a encontrarse constipados se plantan la mascarilla para no contagiar. Y vi muchas. Muchísimas, algo sorprendente.
ONCE---: el primor de mantener unos baños híper limpios, tanto si los visitas en un hotel, restaurante, estación de metro, tren o aeropuerto…tienen todo tipo de botones de agua, de secado, musicales…y están como los chorros del oro. Una gozada.
DOCE---: los conductores de los taxis van uniformados, con corbata y guantes blancos. Todos los asientos llevan fundas de ganchillo blanco impolutas, y las puertas se abren y cierran solas.
TRECE---: debido al poco espacio, los restaurantes y tiendas están en los pisos de los edificios, pocos encontrarás a pie de calle.
CATORCE---: Debido al alto índice de seísmos (5000 al año), la electricidad no va soterrada, así que me sorprendió ver postes de luz repletos de cables por todas las calles.
QUINCE---: Es habitual ver en los escaparates de los restaurantes, las réplicas realizadas en resina de los platos de las comidas que ofrecen, de esta forma podrás elegir donde llenar tu estómago!
DIECISEIS---: Está prohibido hablar con el móvil en el metro, todo por no molestar a los demás. Si quieres whatsappearte podrás hacerlo sin problema.
DIECISIETE---: Las estaciones de tren y metro cuentan con puertas que separan las vías anti suicidios, sólo se abren cuando llega el tren.
DIECIOCHO---: Hay máquinas de bebidas en cada esquina.
DIECINUEVE---: Hay paragüeros enormes….
VEINTE: Uno de los seis Majors, es el Maratón de Tokio.
Pero esta aventura no hubiera sido lo mismo sin mis compis de viaje y de producción de Mediaset: Carmen Fernández y Mati Pascual. ¿Dónde nos vamos el año que viene?…
Y sí, me gustó Asia. Hasta pronto! Arigato!
Recuerda que responderé a tus preguntas la última semana del mes.