Raquel abría su maleta y no podía evitar oler su ropa: “Huele a hogar”. La superviviente mostraba su ropa y contaba que así vestía ella, “arreglada pero informal”. En cuanto vio su neceser echó mano del maquillaje para acicalarse, pero le duró poco, porque en cuanto tuvo en sus manos la carta que le habían escrito sus padres no pudo evitar romper a llorar.