Mientras sus compañeros construyen una cabaña tras la unificación, el Maestro Joao no pierde el tiempo, ni el buen humor, y fabrica junto a María Jesús un tendedero. “No puedo vivir sin un buen tendedero. En mi casa me pasa igual, se lo digo siempre a mi madre, puedo no tener lavadora pero que no falte un buen tendedero”, comenta entre risas el vidente.