Tras una gala algo complicada, Dakota volvía cabizbaja y desganada a la isla. Sus compañeros intentaron consolarla pero la superviviente no tenía ganas ni de cenar. “No quiero nada”, decía al bajar de la barca y todavía con lágrimas en los ojos. “Me da igual la cena”, respondía a sus compañeros que intentaban animarla.