Bea Retamal ha sido la primera expulsada de 'Supervivientes 2020'. Tras su paso por el concurso, Bea analizaba en el hotel cómo se había visto en el reality: "Paso de ser la ganadora de uno a ser la primera expulsada del otro. Pero creo que ninguno de los dos tiene nada que ver. Creo que no he sido una buena superviviente", afirmaba.
Bea ha confesado que se ha sentido "pequeña y perdida" en el concurso, cosa que podría haberle perjudicado de cara a la audiencia. "Me he sentido pequeña, cada vez más, y por eso me he ido alejando hasta el punto de dejar de ser yo misma en muchas ocasiones. No tengo ego de orgullo. Solo con no abandonar ya he ganado", explicaba.
No obstante, también cree que sus compañeros "van a machete" y que muchos buscan protagonismo delante de las cámaras, siendo el que más Antonio Pavón. Según Bea, "siempre quiere que se le vea haciendo cosas".
Bea ha estado dos semanas en Los Cayos pero la experiencia ha sido muy intensa. Tanto por la supervivencia como por la convivencia. Muchas decisiones de los grupos en los que ha estado no han sido compartidas por Bea y a menudo se ha sentido incomprendida.
Pero sin duda los dos peores momentos para Bea han sido la evacuación durante las tormentas y cuando tuvo que elegir entre disfrutar de una recompensa o dársela a sus compañeros.
En el desalojo de los concursantes, la exsuperviente se asustó mucho por el tamaño de las olas que azotaron las playas y se abrazó atemorizada a sus compañeros con lágrimas en los ojos.
Más lloró aún cuando el Pirata Morgan le hizo elegir entre una recompensa individual o una recompensa para el grupo. Bea tenía mucha hambre y no había ganado ninguna recompensa. Tanto ella como Elena decidieron dársela al grupo, pero no pudieron contener la emoción.
Cuando la audiencia decidió que Bea fuese desterrada a Playa Desvalida, la exconcursante no se fue triste de la Palapa, sino que agradeció al programa la oportunidad que le había brindado.
"Para mí estar aquí ya es ganar y decir a toda la gente que sé que me apoya, que muchas gracias por haber estado al píe del cañón. Me voy muy muy muy feliz porque ha sido una aventura increíble para mí", decía antes de decir adiós a sus compañeros.
Después tuvo que enfrentarse de nuevo a la decisión de la audiencia, que dictaminaron que no siguiese más en el concurso. Una vez más y con una sonrisa, Bea no lamentó ser la primera expulsada.
Cuando sí se quedó impactada fue al verse tras dos semanas sin mirarse al espejo. En este tiempo, Bea había perdido 3,8 kilos y, aunque se veía estupenda, para ella había algo más dramático.
"Me veo las piernas muy finas. Y mi cara... ¡Tengo las cejas como dos gatos tumbados!", decía.
¡Bea por fin ha podido comer! La exconcursante ha disfrutado de un desayuno en el que no le ha faltado de nada. Sobre todo, mucho dulce. "Patatas, que me recuerdan a mi suegra y a mi abuela, longaniza, tortilla, he hecho yo chocolate... Café que soy muy adicta. Zumo de naranja para irme preparando cuando llegue a España y ¡dulce, dulce y dulce!", relataba con emoción.
Además, compartía la lección más valiosa que ha aprendido: "Si no me lo acabo, no pienso tirar nada de comida en mi vida. Sed conscientes y agradeced todo lo que tenéis en la vida", declaraba.
Otro de los placenteros momentos que ha vivido Bea tras su expulsión ha sido darse una ducha. La exsuperviviente aseguraba que le iba a costar mucho quitarse toda la arena que tenía encima. De hecho, llegaba a rascarse la cabeza y enseñaba lo sucias que tenía después las uñas.