Muchos árboles, sombras donde tumbarse, pequeños refugios naturales... los supervivientes que antes vivían en Cayo Paloma ya han llegado a su nuevo hogar, Playa Uva, todo un paraíso. Además, la estancia se hace más cómoda con una gran hoguera y un sin fin de leña para mantenerla encendida. "Esta casa no me gusta, hay muchos mosquitos", ha dicho Bibiana al llegar a la isla.