Yong Li se ha impresionado al verse en el espejo tras varios meses en Honduras: "Parecía que tenía cuerpo de niño, cabeza de elefante y un gato muerto en la cabeza". Además, ha dicho: "Reconozco que no he sido un buen compañero. No me importa que la gente vea que soy un cerdo, un vago, un guarro... He sido sincero y me he mostrado como soy".