Ana Chantalle estaba muy victoriosa porque había obtenido el puesto en el Gobierno que tanto deseaba. Había jugado sus cartas y parecía que tenía todas las de vencer. Pero el Presidente no se iba a quedar de brazos cruzados. Por eso, a la vez que comunicaba que su mujer sería la nueva vicepresidenta y portavoz de su Gobierno, le soltó la bomba: quería el divorcio.