Rosa Benito afrontaba su cuarta etapa en el Camino de Santiago. Tuvo mucho tiempo para caminar sola y pensar, declaraba haberse encontrado a sí misma y estaba dispuesta a volver a ilusionarse con alguien. Además, decidió tatuarse la Cruz de Santiago y, finalizada la etapa, tuvo que acudir de nuevo al médico por un problema en las piernas.