La personal confesión de Pablo Alborán, que publicó un vídeo en el que explicaba que es homosexual, ha generado el debate y Miguel Frigenti apuntaba en ‘Sálvame’ que este tipo de mensajes son muy necesarios aún.
“A mí me han llegado a pegar en mi pueblo por ir de la mano con mi novio”, nos ha contado el colaborador del programa, explicando que tuvo que ir al psicólogo. En su infancia sufrió insultos, bullying y determinadas situaciones le dejaron muy marcado.
Por ejemplo, cuando cumplió diez años, invitó a casi todos sus compañeros de clase, pero nadie fue a la fiesta y eso le impactó: “Mi psicóloga me hizo darme cuenta de que los niños no son tan inteligentes a esa edad para ponerse de acuerdo, fueron sus padres. Lo pasé fatal".
Y no fue algo aislado. Sufrió agresiones y nos cuenta que un día, no sabe por qué, decidió no defenderse. Años después, le explicaron que ante este tipo de situaciones, a veces te alejas y te sitúas en un plano observador para no sufrir.
Otro día le dieron un bofetón de repente cuando iba a por las notas y acabó por encontrarse “muy mal”. De hecho, nos cuenta que cuando empezó ‘Gran Hermano’, se convirtió en una vía de escape para él: “Me escapaba para ver el 24 horas y yo decía jolín, hay gente que se quiere y se hacen amigos”.
El último año de colegio, le escribió a una profesora nueva pidiéndole que le aprobaran porque necesitaba salir del colegio y pasar al instituto: “Le decía, regálame el acceso a la libertad”. Así fue, se marchó al instituto y allí comenzó una nueva etapa.
En aquel momento no pidió ayuda pero, hablándonos de su madre, el colaborador nos ha contado que con 23 años, de repente, un día se puso a llorar sin parar y llamó a su madre: “Le dije ‘me quiero morir’ y me llevó al médico”, fue entonces cuando empezó con la terapia.
Por ello, cree que gestos como el de Alborán son tan necesarios y critica que haya políticos “que defienden campañas de ‘curación”: “Estamos recibiendo discursos de odio y homofobia”.