Kiko Rivera narra en la revista ‘Semana’ cómo empezó su problema de adicción. Explica que aún era menor de edad, con 17 años un representante le ofreció un bolo por el que le dieron 25.000 pesetas y cuando llegó a Madrid el lunes siguiente ya no tenía dinero. Ahí empezó su mala vida: “Llegué a despilfarrar 200.000 euros”, ha confesado Kiko añadiendo que se arrepiente “profundamente”.
“No hacía ni puñetero caso a mi gestor y me rodeé de gente tóxica”, ha explicado Kiko y ha contado cómo fue la celebración de su mayoría de edad: una fiesta de tres días que empezó en Madrid, acabó en Barcelona y pasó por Sevilla.
En total, cree que ha llegado a ganar 6 millones de euros: “Me lo he gastado todo, me arrepiento de no tener ese dinero cuando mi madre entró en prisión. Compraba coches caros, he llegado a tener nueve de lujo aparcados en el garaje”.
Los años pasaron y se convirtió en una persona enferma. Consumía habitualmente, no tenía a nadie que le parara y todo ello le llevó a tener problemas de salud: “Estoy vivo de milagro”. Le cambió el carácter, él pensaba que controlaba, pero no lo hacía aunque todo mejoró cuando conoció a Jessica Bueno: “Me tranquilicé un poco, pero tenía que mentirle”. “Cuando nació mi hijo quise dejar mis malos hábitos pero no pude”, ha dicho Kiko y ha recordado que cuando lo dejó con Jessica regresó a su “mala vida”.
Con Irene, su actual mujer, la relación empezó mal: “La engañaba, pero me ha perdonado todo el daño que le hice, cometí muchos errores”. Kiko continuó con sus malos hábitos hasta que un día ella le dio un ultimátum: o lo dejaba o se iba con las niñas. Montó una bronca para irse de fiesta pero Irene llamó a su madre e Isabel le llamó inmediatamente para que volviera con su mujer.
Kiko enfermó, tenía alucinaciones y tuvo que ir a urgencias, suspendió varios conciertos y llegó el final cuando Irene llamó a Isabel Pantoja y le pasó el teléfono a su hijo: “Le dije que consumía habitualmente y que quería salir del pozo, mi madre se quedó destrozada, se plantó en mi casa y me fui con ellas al Rocío y con unos amigos”.
No quiso ingresar, pasó el tratamiento en casa, aislado. Ha dejado a amigos en el camino, ha borrado números de teléfono y ha dejado el pasado atrás. Ahora ha retomado su carrera pero confiesa: “Me da miedo enfrentarme de nuevo a la noche pero estoy seguro de que con ayuda no volveré a mi mala vida”.