La crisis planeaba de nuevo sobre el matrimonio de Amador Mohedano y Rosa Benito. La revista ‘Sálvame’ sacaba a la luz una conversación en la que Amador llamaba a su mujer "aprovechada" e insinuaba que solo le importaban los datos de audiencia. Rosa Benito no podía creer que "esas barbaridades" las pronunciara su marido.
Pero ha habido más. Rosa decía estar harta, incluso, se confesaba con Teresa Campos y confirmaba que estaba esperando a que su hija diera a luz para dar un paso. Rosa parecía haber tomado una decisión pero no la comunicaba.
Sin embargo, ha ocurrido algo que ha supuesto un punto de inflexión. Gema López, colaboradora del programa, contó a Rosa Benito que Amador Mohedano había vendido parte de la Finca de los Naranjos, terreno que heredó de Rocío Jurado. Aunque Rosa en un primer momento no reaccionaba, confesaba poco después que su marido se lo había ocultado y se declaraba muy dolida.
Pasado los días, Rosa Benito se mostraba decidida en ‘Sálvame’: "El único error que he podido cometer es que lo he querido con locura, si me decía que había un burro volando me lo creía porque estaba ciega". Además, cree que en la actualidad su fallo es que está en un programa de emisión diaria "dando la cara y sacando las uñas por todos los míos". Ella reconocía que su marido podía hacer con el terreno "lo que le diera la gana" pero eso no significa que no le duela: "las cosas, cuando se hacen, hay que compartirlo con el matrimonio".
Sobre todo, Rosa cree que no se merece todo lo que le está sucediendo: "Estoy de mentiras hasta aquí [se toca la cabeza], estoy tomando un Lexatin todos los días, me fastidia también porque no me lo merezco". Para la colaboradora de ‘Sálvame’, Amador siempre ha sido lo primero: "Hay hasta imágenes en las que digo que para mí primero era mi marido y luego mis hijos. Tu marido es para ti y tus hijos hacen su vida. Entonces esto para mí es un jarro de agua fría".
Sentada a solas con Jorge Javier Vázquez, Rosa Benito quería cambiar y, ante todo, no tener sobresaltos: "he pasado mucho y lo que quiero es estar tranquila, no quiero ni ser feliz, quiero estar tranquila y con una persona que pierdes la confianza, no pierdes más". A Rosa ya le da igual, no le importa que Amador venda otra parte de la finca u otras propiedades: "con lo poquito que yo tengo y para pagar mis cosas soy autosuficiente".
Y, por todo esto, ha tomado una decisión. Que le oculte la venta de la finca ha sido "la gota que colma el vaso" y está dispuesta a cambiar: "no puedo más, no quiero poder más, voy a luchar por mí y por mis hijos y punto". Rosa incidía en que ella siempre ha estado con su marido "para lo bueno y para lo malo". Sin embargo, eso ha cambiado: "ya no estoy enamorada, para nada, a mí se me ha caído mucho", decía. Eso sí, matizaba que siempre lo va a querer "voy a estar ahí, pero no voy a estar enamorada".
Aunque no hay papeles, para Rosa, su estado ya es otro: "me considero una mujer separada", decía y no hay posibilidad de rectificación porque "no hay vuelta atrás" y es que esto que ha sucedido "me ha matado".