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Óscar Landa: mejor sin malas influencias

  • Óscar ha evitado las malas influencias y se ha mantenido leal a su grupo, utilizando su capacidad de persuasión y el humor para manejar los conflictos

  • La discusión surgió cuando Óscar Landa y Miguel Frigenti hacían su personal interpretación de los comentarios de Marieta, lo cual provocó una reacción airada en ella y Sergio

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Hoy toca el daguerrotipo de Óscar Landa, uno de los más serios candidatos a llevarse el maletín mañana. Antes de eso, alguna cosa de estos últimos días, o más bien de ayer porque se armó la marimorena entre ambos bandos. Marieta Díaz y Sergio Aguilera versus Óscar Landa y Maica Benedicto, aunque en realidad el compañero de Óscar en esta disputa fue Miguel Frigenti, que ayer abandonaba la casa junto a María Sánchez. Los cuatro finalistas se quedan ahora solos ante el peligro, y es de esperar que algo más tranquilos. También es cierto que esta semana pensamos que la cosa estaba demasiado parada y no sería justo ahora quejarse por una discusión, aunque fuera una de las más airadas de la edición.

Pocas veces se produce un brote de polémica en medio del remanso de paz que suele vivirse los últimos días. Es la paz del cementerio y de antemano sabemos que responde a la simulación de unos concursantes nerviosos y preocupados porque cualquier movimiento pueda perjudicarles con vistas a la final. El encontronazo vino porque Óscar y Miguel interpretaron lo dicho por Marieta, lo cual hizo que ella y Sergio pusieran el grito en el cielo. A menudo se califica como una falta de respeto algo que es tan solo una opinión. Con el espíritu del programa va más opinar libremente que faltar a la verdad. Es lo que me parece que ha hecho Sergio, para quien Miguel era hace unos días buena persona y mejor concursante, pero ayer lo ponía a bajar de un burro. ¿Cuándo decía la verdad?

La peor discusión de la edición

Marieta cree que puede ganar este concurso, entre otras cosas porque tiene medio millón de seguidores en redes. No sabe que eso no vale para nada, porque se trata de públicos distintos. Es mucho más diverso el que ve y vota en Gran Hermano. También dice Marieta que le beneficiaría una final a tres, habiendo salido el cuarto clasificado. Es normal que uniendo ambos pensamientos Óscar y Miguel pensasen que estaba deseando la salida de Sergio para que no se dividiera el grupo entre dos finalistas de su grupo. Tan solo verbalizaron esto y se montó la de San Quintín. Si no lo llegan a decir y solo lo comentan en petitte comité les habrían acusado de no decir las cosas a la cara. ¿En qué quedamos?

Marieta y Sergio saltaron muy ofendidos y alterados, lo cual llegó demasiado lejos. Sergio en algunas discusiones ha ido más allá de lo permisible. Ayer tuvo una reacción excesivamente enérgica en la sala de confesiones, según reveló Óscar en el Debate. Puestos a poner excusas para estar excesivamente alterado la tomó con Frigenti y la burla que hizo sobre su ceceo, una característica propia de su origen andaluz. Ahí se equivocó Frigenti porque está mal burlarse de cosas así. Entiendo que se molestase Sergio, pero igual se le fue un poquito y lo sacó de madre.

Después de remover un poco la discusión de la mañana el programa fue por otros derroteros, más propios del momento en el que están, a dos días de la final. Todos se emocionaron viendo el vídeo preparado por sus amigos y familiares, pero Óscar Landa se rompió directamente. Sin falsas modestias, Ruvens dijo en plató que se había emocionado porque él no salía en el vídeo, mientras que Frigenti opinaba que era porque vio a una persona en el mismo que no le corresponde a él decir. Creo que se refiere a un amor tocayo suyo y al que ha mencionado en más de una ocasión. La duda fue resuelta por el propio Óscar preguntado por Ion Aramendi. “¿Te has emocionado por alguien que salía en el vídeo o por alguien que no salía?”, preguntó el presentador. “Por las personas que salían”, contestó Óscar. Lo conoce mejor Frigenti que Ruvens.

Daguerrotipo de Óscar Landa

Óscar Landa oscila entre lo excéntrico y lo apasionado. Según su propia confesión es “egocéntrico, cabezón, intenso y nervioso; pero tengo las ideas claras”. No ha modificado ninguna de esas cosas en la transición entre su primer reality y este. Sin embargo, ha hecho un concurso diferente, pensando más en el espectador. Por eso ha corregido algunas de sus peores cosas, sin perder por ello su autenticidad. Siempre me ha parecido alguien contradictorio, pero en esta edición ha chocado más su imagen con la proyectada en la anterior. Se nota el esfuerzo por no mostrarse desleal, manteniéndose fiel a un grupo y sin cuestionar mucho las decisiones tomadas por sus componentes.

La tendencia de Óscar a hablar sin filtros lo ha metido en líos permanentemente, pero también lo ha hecho humano y espontáneo. Cuando le dice a Maica Benedicto que él también duda de sus frecuentes caídas, argumentando que en la edición anterior se caía menos está siendo transparente, sin temor a ser considerado desleal. Pero a diferencia del Óscar que hemos conocido, tardó poco en rectificar y pedir perdón, algo que le cuesta horrores. Como él mismo dijo, los enfados con Maica duran ahora media hora, o un poco más, mientras que antes tardaban días en recomponer su relación.

Su tendencia a exagerar los aspectos menos positivos en su vida ha jugado en contra de ese perfil de concursante genuino, que no intenta agradar y siempre se muestra tal cual es. Me ha dado la impresión de que las últimas semanas ponía especial énfasis en que se le presenta un futuro complicado porque no tiene un trabajo fijo y necesita asegurar cierto nivel de ingresos para hacer realidad sus proyectos más inmediatos de futuro. Creo que se estaba postulando como principal merecedor del premio por necesitarlo más que el resto. Tampoco le beneficia que a veces parezca que le cuesta intervenir en las conexiones en directo, hablando a media voz y mostrándose inseguro, mientras en otras ocasiones se le aprecia extraordinariamente firme y seguro.

Óscar ha sido un imán para el drama sin ser el clásico villano. Sin evitar el conflicto, se maneja en el mismo de una manera peculiar, mezclando intensidad y humor, utilizando un tono amable sin dejar de aprovechar su sorprendente capacidad de persuasión. Por eso le llame en la anterior edición “mago” o “tahúr del Misisipi”. En realidad, me parece como ese encantador de serpientes capaz de hacer salir al ofidio de la cesta al reclamo del sonido de su flauta. Me he sentido como la serpiente, hipnotizado por su retórica inspiradora y esa filosofía de lo posible que prescinde de los principios, tan atractiva para un escéptico.

Sin perder sus dotes de hipnotizador, Óscar ha aprendido de la experiencia anterior, modificando su proceder en buena medida. Ha abrazado las estrategia en el juego, uno de sus errores anteriores. Se ha mantenido leal a un grupo, como dije antes. Y también ha evitado caer en enfrentamientos innecesarios que pudieran producir en su imagen un poco deseado desgaste. Su reconciliación con Maica era un arma de doble filo porque parte de su fandom esperaba (y exigía) que no se produjera. Sin embargo, era un elemento importante en su narrativa: un “enemies to allies” que enganchase a la audiencia. Utilizar esa tensión entre ambos y que tuviera final feliz era toda una tentación.

La reconciliación llegó pronto y se han dado más muestras de cariño en estos dos meses que durante toda la edición pasada. Sin embargo, dado el carácter de Óscar, el hacha de guerra no creo que esté enterrada muy profundamente. La pareja se completa si tenemos en cuenta la frialdad y descreimiento de Óscar frente a la gran carga emocional y afectiva que pone Maica en la relación. Ella necesita sentirse especial, pidiendo ser protegida por el otro. Así es como espera que la defienda de los ataques de compañeros como Alex Ghita, pero cuando Óscar lo hace con Aurah dice sentirse molesta y rechaza su ayuda. Y es que Maica también es contradictoria. Tengo la sensación de que la tregua que viven es más funcional que otra cosa, aunque no dudo del cariño que ambos se sienten. Aún así, ninguno de ambos ha recuperado del todo la confianza en el otro, lo cual para Óscar no creo que suponga mayor problema, pero sí para Maica.  

Igual que en la edición anterior, Óscar ha ampliado sus alianzas aunque esta vez con un cómplice de la propia Maica y no con su peor enemigo. En realidad, su amigo en el anterior Gran Hermano terminó revelándose como el peor enemigo posible, mucho más para él que para los rivales de ambos. En esa línea pudo estar Dani Santos, pero toda la mala intención que le sobra es lo que le falta de talento para ser un enemigo serio. El factor diferenciador de su relación con Miguel Frigenti es que este no le puso en contra de nadie. A cambio de sentirlo “un poco lapa” le aportó compañía, risas, buen rollo y, sobre todo, una impecable estrategia que le benefició tanto como al resto del grupo. Es un muy buen trato, sin ninguna duda.

Óscar Landa ha sido de nuevo un extraordinario concursante, liberado esta vez de las malas influencias de dentro de la casa, aunque sin haber podido evitar las que vinieron desde fuera. Me he vuelto a resultar hipnótico y uno de los concursantes más interesantes de esta temporada que empezó hace ya casi seis meses, por no decir el que más. Aprecio su capacidad para evolucionar sin perder personalidad y me parecería un merecidísimo ganador. Lamento que se vaya a disputar el premio con Maica. La historia de los dos estará inevitablemente unida en los dos realities y espero que no rompan lo que tienen después de que uno se lleve el maletín. No olviden que solo hay un ganador.

Moleskine del gato

Los porcentajes ciegos para ganar el concurso estaban así anoche: 31,9%, 28,8 %, 27,0 % y 12,3 %. Un buen guionista no lo hubiera hecho mejor. Puede ser una final de infarto.

En el vídeo de hoy analizó la buena estrategia de algunos familiares de finalistas en plató evitando hablar mal de Miguel Frigenti e incluso tendiendo puentes para evitar las tiranteces. ¿Pretenden desatar nudos? No, solo quieren no tener en contra los seguidores de Miguel.