Adrián y Juan charlaban tranquilamente en la cocina sobre que les gusta que sea el público el que lo decida todo, cuando ha entrado Maica alterada porque "hay muchas arañas rojas". Le suplica a Daniela que le mire a ver si se le ha subido alguna por detrás y termina sentada en el sofá inspeccionándose las botas.

Lo peor es que había una que no sabía Maica si era roja o marrón. "Daniela, ¿está el aspirador cargado?". "Creo que sí". "Dámelo", pide Maica.

Temo por la granja.

Y Juan dando ideas, le dice que lo mejor sería empezar por aspirar su ropa, no sea que haya alguna araña roja.

Violeta y Nerea están en el baño. Daniela entra y le pregunta a Nerea cómo está. Nerea le responde que, aunque se le hace raro, en verdad son como mucho un par de semanas y su idea es "aprovechar el tiempo". "Claro, tía", Daniela le da la razón.

Maica y Daniela dan de comer a los animales. Maica está de buen humor o Daniela y los animales le ponen de buen humor. Lo que sea, se la siente activa. Las dos sonríen y se centran en su labor.

Todo bien hasta que canta el gallo.

-Qué susto, tía.

-El huevo.

-¿Qué huevo?-, se diría que Daniela aún está en anoche.

Maica va a por el huevo y le recuerda a Adrián que deben hacer las tareas mínimo de dos en dos. "Que la gente tiene que estar despierta, Adrián". Luego vuelve a dar de comer a los animales y le explica a Daniela que cree que tienen ya un fallo de prueba porque en las reglas de la prueba pone que mínimo dos por tarea. De modo que si ella ha ido sola a por el huevo y Daniela se ha quedado sola dando a los animales, tienen fallo. Todo revierte en Adrián, que "tenía que haberles despertado, que es su labor".

No tarda en cambiar su temor: "espero que no se me meta la araña roja por las uñas". "Y yo que no haya intoxicación por paja", desbarra Daniela sorprendiendo incluso a Maica. Maica niega que eso sea posible aunque Daniela le asegura que la paja suelta mucho polvo. Pero Maica recentra, lo que sí es posible y teme ella es la araña roja, insiste. Y ya que está, los platelmintos. "¿Cuántos son?", pregunta Daniela con valentía. "¿Los platelmintos?", dice Maica. "Sí", Daniela sigue valiente. "Uy, millones", responde Maica.

Así que mejor lo dejamos sólo con la araña roja, que esto se está poniendo muy complicado. Pero va Daniela y lo contradice todo: "yo preferiría que fuesen animales de verdad". Y se abre el festival de la araña roja, los platelmintos y la intoxicación por paja. Yihe ha!

Maica se maquilla en el espejo, vestida ya de granjera. Adrián, el capataz, ha empezado su café en la cocina y lo sigue ahora sentado al sol frente al pesebre.

En el baño Maica se muestra contenta porque le han vuelto a poner la canción que le gusta "la de qué hermosa casualidad". Le dice también a Daniela que todavía no se puede creer lo que pasó ayer.

Adrián entra al baño a avisar a las dos chicas que les toca dar de comer a los animales.

Música y luz. El parapeto sigue intacto entre Óscar y Ruvens, dos edredones azules infiltrados en la habitación rosa.

Y la casa en blanco y negro.

Con todos dormidos.

El del anorak azul era Edi y le decía Ruvens que si la expulsión express de anoche hubiera sido de a quién quieres fuera, se hubieran visto varios en problemas.

Después tenemos a Ruvens en el vestidor, ahora con Óscar. Ruvens le pregunta por su cadenita dorada y le pide a Óscar que mire en el bolsillo de su pantalón. Después se van los dos a la cama y esta vez son dos camas contiguas de la habitación rosa. Eso sí, para que no sean tan, tan contiguas, han puesto una almohada vertical de parapeto en el hueco de los dos colchones. Debe ser una barrera simbólica porque si se quiere, una almohada se derriba sin mucho esfuerzo. Pero ahí está:

Buenos días! Aquí Ada a color. Ruvens atendía a un anorak azul metido bajo la vaca, supuestamente ordeñando y que no ha llegado a levantar la cabeza.

No hemos visto más porque conectamos con la habitación azul en blanco y negro.