Un nuevo sobre llegaba a la casa: “Qué ganas de relajarme con vosotros”. Sheila había elegido a los pretendientes con los que quería disfrutar de una nueva cita grupal en exteriores. Tote, Héctor, Javi, Miguel y Carlos eran los afortunados. Mientras estaban esperando en la piscina, tres chicas misteriosas aparecían de repente.
Todos se quedaban mirándolas alucinados: “Todos inmóviles, como estatuas”. Ellas continuaban avanzando y entraban en el agua con ellos. Tras las presentaciones, Javi les mostraba su desconcierto: “¿Qué hacéis aquí?”.
Pronto todo cobraba sentido: “Queremos conoceros, somos las amigas de Sheila”. Cuando ella aparecía, y tras un emotivo reencuentro con ellas, les anunciaba el motivo de su visita: necesitaba que sus amigas le dieran su aprobación.
Tal y como Sheila tenía planeado, asignaba a cada una de sus amigas un ratito con cada uno de sus pretendientes. Mascarilla facial, masajes, pedicura... Eso sí, todo con el objetivo de mantener una conversación que les pudiera servir para valorarles. Al finalizar, todas ellas coincidían en algo y así se lo hacían saber a Sheila: "Carlos no es de fiar".