Cuando comencé a trabajar hace unos dos años en Telecinco no me imaginaba la cantidad de momentos y "secretos" que me podría haber 'spoileado' a mí mismo en mi primera semana de trabajo. Tras el paso del tiempo, me alegro haberlos vivido en primera persona, pero reconozco que algún consejito me habría ayudado mucho para no "sufrir" durante mis primeros días. Sea como fuere, si hace dos años escribía sobre lo que me sorprendía de la tele, ahora lo hago sobre lo que ya no me sorprende, pero me sigue flipando...
Ya lo escribí cuando analicé mi primera semana en Telecinco. A pesar de que eres una persona humana, de carne y hueso, para el público que espera entrar en 'Supervivientes' o 'Sálvame' eres invisible. Pero con el tiempo, me he dado cuenta de que te conviertes en invisible por no ser famoso. Sí, si los primeros días yo intenté sonreír o darme incluso aires de grandeza cuando salía por el torno y fichaba mi salida con una cola de personas esperando para entrar en plató, ahora he intentado andar como un famoso, mirar como un famoso y hasta pensar como un famoso cuando salgo de mi jornada. Fracaso absoluto. Ellos son unos auténticos profesionales y no puedes darles gato por liebre.
La verdad es que me hace mucha gracia ambas cosas: que yo salga del trabajo creyéndome famoso y que alguna persona sincera sea capaz de bajarte a la tierra susurrando a su compañero de cola (a un nivel auditivo que puedes escuchar): "ese no es nadie, no es famoso".
Porque nuestros compañeros de 'Sálvame' son así: impredecibles. Al principio no me acostumbraba a salir del comedor y encontrarme alguna cámara del programa con algún colaborador haciendo de las suyas, si os soy sincero.
Ahora todo ha cambiado y hace dos semanas flipé cuando me tuve que meter en la cafetería porque le habían puesto un altar a Isabel Pantoja y estaban haciendo un directo que ocupaba todo el pasillo.
Ante tal circunstancia inesperada, yo tenía dos opciones: o me daba la vuelta por la otra parte del pasillo, muy rápido para llegar el primero a mi silla en la redacción tras el almuerzo, o me escondía en la cafetería admirando el espectáculo en vivo y en directo que estaban dando justo enfrente mía, consiguiendo además rascar unos minutillos a mi hora de comida. Evidentemente opté por lo segundo. Gracias 'Sálvame'. Yo y mi digestión os estaremos infinitamente agradecidos.
El año pasado viví 'Supervivientes' de manera muy especial. Estaba tan metido en la edición que a veces soñaba con Sofía Suescun o el palafito, y no es ninguna broma. Ante semejante dedicación y con la posibilidad de ver desde cerca el eventazo del año, decidí acompañar a mis compis de redacción el día de la final y el resultado fue MARAVILLOSOOOO (que me diría la Pantoja ahora desde Honduras, yo aún no me creo que este año sea concursante).
Pizzas, mucho vídeo por aquí, noti por allá o tuit con la ganadora final: así se resumió una noche para el recuerdo. Es cierto que poder vivir la final de un reality desde la redacción web fue apasionante, así como comprobar el currazo que mis compis se marcan en cada gala. Eso y poder ver a dos centímetros de mí las pruebas eliminatorias para decidir qué concursante ganaba.
Pero no todo fue bueno porque tuve que aguantar que toda mi familia (después de alardearles que ese año vivía la final desde dentro de Mediaset) me preguntara cuándo salía por la tele. Y no, no intentes explicar a tu tía Ángeles, que vive en un pueblo de Cádiz sin wifi (ES REAL), que soy periodista web/digital y que no salimos por la tele, vamos... Y, sobre todo y más importante, en Madrid atardece a la misma hora que el resto de España, pero el helicóptero de 'Supervivientes' es tan mágico como la propia tele.
En esta foto no salgo, pero aseguro que la hice yo. Qué buenos momentos...
Sí, lo reconozco. Si trabajas en la tele, después de una gala de 'Supervivientes', por ejemplo, todo el mundo te va a preguntar que si es verdad que la Pantoja robó la lata de chóped o que si Violeta es así de gritona por los pasillos de Mediaset.
La verdad es que da cierto gustirrinín pensar que por un momento, para un grupo reducido de personas, tienes un poder que en realidad no tienes. Y no, puedo decir alto y claro que no tengo constancia de qué pasó con la lata de chóped.
Por algo la han apodado princesa del pueblo... porque ELLA ES PUEBLO, que diría Antonio Gala de la Jurado tiempo atrás. Belén Esteban es muy simpática, es cercana y a mí me flipa que alguna vez haya sido capaz de hasta pedirme fuego con total naturalidad, sin ningún 'divismo'... haciéndola esa humildad todavía más grande, si cabe. Yo soy PRO BELÉN...
Lo mejor de llevar dos años en Telecinco es poder seguir escribiendo con ilusión sobre lo que más feliz me hace en la vida. En mi caso, se trata de la televisión. Me encanta poder verme las galas telecinqueras de cualquier reality, aunque al día siguiente tenga unas ojeras que me llegan al suelo, también me gusta sentarme en el sofá y disfrutar de algún vídeo con un momentazo de algún programa cuando llego a casa, a pesar de estar hasta arriba en una semana llena de curro.
Pero, lo más importante, me gusta tener la posibilidad de seguir escribiendo sobre la tele, por fuera y por dentro, desde cualquier ordenador de la redacción y cumplir un año más junto al equipo 'Outdoor'.