1. Porque defender la homosexualidad es cosa de todos
En la semana en la que la mitad de los españoles estamos encantados con que Madrid sea la ciudad del amor con el permiso de París, aún tenemos que aguantar el comentario rancio ese del "yo quiero celebrar el día del orgullo hetero". Según el último informe 'The Global Divide on Homosexuality' (División global sobre la homosexualidad, el 70% de los españoles cree que la homosexualidad debe ser aceptada socialmente... pero lo preocupante es que queda un 6% que lo considera algo 'inmoral'.
"¿Qué por qué existe el día del Orgullo? Pues mira, si te lo preguntas es que tienes un problema", responde Jorge Javier Vázquez a todos esos que no se unen a la fiesta. Y Toñi Moreno, presentadora de 'Viva la vida', remarca que todos somos personas, sin etiquetas ni colectivos ni diferencias: "No soy heterosexual, no soy bisexual, no soy homosexual. Soy una mujer que se enamora de personas, como tú".
2. Porque la homofobia en España no puede ser un odio al alza
Que los delitos de odio contra la orientación sexual crecieran un 36% en 2016 en nuestro país (según datos del ministerio de Interior) es un dato alarmante, y más si tenemos en cuenta que alrededor del 70% de las agresiones no se denuncian, y que el perfil del agresor es el de un hombre joven. La homofobia se enfrenta a chicos españoles y heterosexuales de entre 20 y 30 años. Sólo en Madrid, el Observatorio Madrileño contra la LGTBfobia registró 239 denuncias en 2016.
"He llegado a escuchar a gente contar que le tiran piedras por ser homosexual, cosas que uno piensa que son de otra época y que sigue pasando, así que hay que celebrar el Orgullo todos los días", explica Natalia Ferviú, estilista de 'Cámbiame'.
El aventurero Jesús Calleja, por su parte, también piensa en los que padecen."Todavía hay muchas zonas, sobre todo rurales, donde hay gente señalada que sufre. Y yo quiero hacer un llamamiendo a la tolerancia: no importa de quién te enamores", remarca. "Sueño con un mundo en el que no importe con quién te acuestes, en el que lo importante sea que ames. Nunca se debe tener miedo por amar", nos diefiende Sandra Barneda.
3. Porque casarse o ser padres no tiene que ser noticia
Doce años hace de la legalización del matrimonio homosexual en España (en el décimo aniversario habíamos celebrado 31.600 'sí quiero' entre parejas del mismo sexo), pero todavía queda mucho trabajo por la normalización a la hora de formar una familia. Ser papá y papá, o mamá y mamá, significa someterse a una maratón burocrática, financiera y psicológica. Vetada la posibilidad de la adopción en muchos países, la gestación subrogada es la única vía para muchas parejas homosexuales, que luchan para que se legalice en España.
"Todavía parece que nos queda luchar para que podamos tener hijos, adoptar, casarnos, y tiene que verse como algo normal, que todos somos iguales y tenemos que tener los mismos derechos", reivindica Pelayo Díaz, asesor de 'Cámbiame'. "Aunque parezca que hay ciudades como Nueva York, Londres, Madrid o Barcelona en las que está totalmente normalizado, realmente aún queda muchísimo por hacer", coincide su compañero Juan Avellaneda.
4. Porque ser gay no puede ser delito
Si los datos siguen dejando que desear por la visibilidad y normalización LGTBQI dentro de nuestras fronteras, los globales describen un panorama aún más desalentador: ser homosexual es delito en 72 países, y en ocho se castiga con pena de muerte, según se extrae del informe 'Homofobia de Estado' de la Asociación Internacional LGTBI. Jesús Vázquez lo tiene muy claro: "Mientras esto siga pasando la lucha continúa. Sal a la calle y defiende la libertad y los derechos de todos". A día de hoy, el matrimonio homosexual es legal en 22 países de los 194 que hay en el mundo.
"A los que trabajamos en Telecinco y vivimos en la normalidad a veces se nos olvida que no todo es Telecinco, que hay muchos mundos y que hay sitios incluso en Madrid en los que siguen sucediendo cosas de otros siglos", nos explicaba Carlota Corredera, hablando de la necesidad de seguir celebrando el Orgullo Gay.
Mientras haya una sola persona que aplauda a un autobús tránsfobo a su paso o que se escandalice porque una pareja homosexual se bese en público, habrá razones para celebrar el Orgullo. Y cuando no quede nadie, la fiesta será total.