Jordi Sánchez escribe una emotiva carta a su 'yo' del pasado: "Un resumen de lo que te va a pasar"
El actor de ‘LQSA’ cuenta todo lo que vivió antes, durante y después de su ingreso en la UCI por coronavirus
"Todo esto es un pequeño resumen de lo que te va a pasar", ha escrito Jordi Sánchez en su emotiva carta
Jordi Sánchez se contagió de coronavirus y pasó hasta 24 días en la UCI, donde permaneció sedado y aislado del mundo. Una dramática situación que el actor de 'La que se avecina' ha querido plasmar en una carta que se ha escrito a su ‘yo’ del pasado y en la que pone sobre la mesa todo lo que vivió antes, durante y después de superar su ingreso hospitalario a causa del covid.
Durante su estancia en la Unidad de Cuidados Intensivos estuvo sedado, dormido, aislado del mundo y hasta sufrió alucinaciones. Pero cuando Sánchez se despertó vio la nueva realidad a la que se tenía que enfrentar. El actor no tenía fuerzas ni para sostener una Tablet y era incapaz de caminar.
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Una situación que pudo superar y dejarla atrás, tal y como hemos vivido junto a él a través de sus redes. Muy cambiado físicamente, Jordi publicaba en su perfil de Instagram una foto en marzo de 2021 anunciando que ya había recibido el alta tras vivir una situación que jamás olvidaría.
Aunque actualmente no tiene secuelas afortunadamente, sí ha acumulado muchas vivencias tras haber superado el coronavirus. Un relato que ha querido compartir a través de una emotiva carta que publica el portal digital ‘Vanitatis’. En ella, Sánchez se escribe a sí mismo, a su yo de hace año y medio. El texto impresiona, emociona y merece la pena leerlo.
"Mi querido compañero y amigo: el motivo de la presente es para hacerte saber la que se te viene encima, desde hoy y en los próximos meses, y que ni en tus sueños peores podrías imaginar.
El domingo, en el AVE Barcelona-Madrid, vas a sentir escalofríos y a suponer que no va bien la cosa. El lunes próximo, cuando llegues al rodaje de 'Señor, dame paciencia', y te hagan la prueba del covid, van a decirte lo que ya suponías, que te vayas a casa, que has dado positivo.
Después de 8 días en tu piso de Madrid, con fiebre persistente y encontrándote no demasiado mal, una médico amiga va a mandarte una ambulancia, porque no ve claro que la cosa no esté remitiendo, y cuando llegues al hospital te van a dar un susto: “Te vamos a intubar, si quieres llamar a alguien…”.
La primera llamada será para Eli, la persona junto a la que te ilusionas por las cosas desde hace ya muchos años, y la primera a la que llamas también cuando tienes disgustos y sustos. Y como siempre, y en la distancia, te tranquilizará, te cuidará. Con tus hijos no hablarás, porque no quieres preocuparles y porque cualquier cosa que suene a despedida ni la contemplas.
Llamarás a tu madre, que acaba de perder a tu padre por covid, y para no preocuparla le dirás que te van a ingresar porque tienes el bicho y que no podrás llamarla desde el hospital, porque allí no te dejan, pero que esté tranquila, que todo va bien. No le dirás que te intuban y menos que te duermen. Ella no terminará de entenderlo, de hecho no se lo creerá, pero como lo de tu padre es demasiado reciente para encajar más miedos, preferirá hacerse la loca, dejarse engañar y preocuparse mucho diciendo muy poco.
Te dolerán todos los huesos, hasta las manos. No podrás andar, no podrás escribir
Al cabo de 24 días te van a despertar. No van a dejar que entre nadie, porque las medidas serán muy estrictas, y eso se te hará muy duro. Pero todo el mundo, y en la distancia a través de Skype, estará muy contento de que hayas despertado. Pero tú no vas a comprender el motivo de tanta alegría. Te habrán caído treinta años encima. Te dolerán todos los huesos, hasta las manos. No podrás andar, no podrás escribir, no sabrás si puedes tragar, te costará dormir y no van a dejarte ni comer ni beber. Y las alucinaciones que vas a sufrir debido a la medicación te harán creer, entre otras muchas cosas, que uno de tus hijos ha muerto. Serán dos días horribles
En muy poco tiempo, que a ti va a parecerte demasiado, todo va a mejorar y la vida comenzará a ponerse en su lugar de siempre. Cuando te digan que estás alucinando, y que tus hijos están perfectamente, vas a ser el hombre más feliz del mundo y vas a llorar como un niño de puro alivio, de agradecimiento, de alegría extrema. Y a partir de ahí todo irá siempre a más, a mejor, a bien. En algo más de una semana vas a empezar a andar con ayuda de la fisio, vas a empezar a escribir, a comprobar que puedes volver a tragar, a comer, a beber, a ducharte y a sujetar la tablet sin que pese ciento veinte kilos…
Y por fin, un día, que te parecerá que nunca iba a llegar, te dirán que puedes irte. Y te irás encantado. Y fuera te estará esperando gente a la que quieres mucho. No toda, porque todavía no se puede viajar por el bicho, pero la suficiente, y una avalancha de mensajes preciosos de desconocidos te van a desbordar y emocionar.
Pisarás el asfalto como si fuese el cielo. El resto de la historia será buena, muy buena, y consistirá en recuperar una vida que a ti ya te gustaba y que no hacía falta que te la tocaran tanto para darte cuenta de que estaba bien.
Todo esto es un pequeño resumen de lo que te va a pasar, amigo mío. Pero no te preocupes, no va a quedarte ninguna secuela y al poco tiempo de llegar a tu casa te llamarán para hacer una peli, y te sentirás con fuerzas y la vas a hacer bien. Y vas a poder seguir disfrutando de la gente, de un oficio que adoras y de la vida, como si todo hubiese sido un sueño, una pesadilla horrible, un disgusto. Y hoy, después de justo un año, te vas a comer un arroz con gente a la que quieres y te va a saber a gloria”