Entre las tuberías del agua o del gas, los conductos de teléfono o el alcantarillado, las calles de las ciudades esconden verdaderos tesoros arqueológicos que explican nuestra historia.
Proteger este patrimonio es la tarea de los arqueólogos urbanos. Ellos son los encargados de supervisar las obras en el subsuelo de las ciudades donde se prevé que haya restos antiguos o de intervenir cuando se realiza un hallazgo no esperado. "Caminamos a diario por encima de nuestro pasado. Cualquier ciudad antigua tiene niveles arqueológicos y estos restos hay que protegerlos y retirarlos", explica Felipe Mejías, arqueólogo urbano.
Precisamente, Felipe esta inmerso en un proyecto especial para él. Hace algunas semanas que está haciendo el seguimiento de las obras de renovación del alcantarillado en el casco antiguo de su pueblo, Aspe (Alicante).
Una parte de la localidad fue construida en el siglo XVIII sobre un gran cementerio mudéjar. Un hecho ya conocido porque cuando se construyó el primer alcantarillado, en el que trabajó el abuelo de Felipe, ya se encontraron restos humanos. "Mi abuelo me contaba que encontraban huesos en la obra, pero cuando empiezas un proyecto nunca se sabe lo que hay enterrado", explica.
Una historia familiar, que le ha servido a Felipe para iniciar un hilo en su cuenta de Twitter explicando el trabajo que desempeñan los arqueólogos urbanos poniendo como ejemplo las excavaciones de su pueblo.
Aunque era sabido, los hallazgos en el subsuelo de Aspe están siendo enormemente valiosos. De momento, ya han encontrado 13 esqueletos.
En estos casos, la Ley de Patrimonio Valenciano obliga a recuperar esos restos, marcarlos y retirarlos para depositarlos en este caso en el museo arqueológico de la localidad. "Los esqueletos nos dan mucha información en el laboratorio como su antigüedad, condición social, el trabajo que desempeñaba o la causa de la muerte entre otras", afirma Felipe.
Cada uno de estos cadáveres ha sido tratado con enorme cuidado y respeto por el equipo de arqueólogos. Esqueletos, en algunos casos en perfecto estado, que han impactado a los propios vecinos, que han descubierto la presencia de muertos a las puertas de sus casas. "Todos se quedan muy sorprendidos. Unos no quieren ni mirar y otros les hacen fotos", cuenta.
A los que le preguntan, Felipe trata de explicarles el origen de estos esqueletos y el porqué de la importancia de proteger estos vestigios del pasado, "aunque hay gente que nos pide que dejemos tranquilos a los muertos".
De los esqueletos encontrados hasta el momento, en un caso, Felipe y su equipo solo han podido retirar medio cuerpo, la otra parte se ha quedado bajo el pasillo de una vivienda. "El propietario estaba muy indignado porque decía que le íbamos a dejar el muerto en el pasillo, pero lo peor fue cuando le dijimos que tenía otros tres bajo el salón y otros tantos bajo el dormitorio. El hombre se quedó molesto".
Antes de retirar los esqueletos, para documentar y dejar la máxima información sobre cada hallazgo, hacen lo que se conoce como levantamiento fotogramétrico. "Hacemos centenares de fotos para hacer luego modelos en 3D".
De esta forma, se pueden hacer planos y virtualizar la fosa antes de destruirla para proteger y salvaguardar toda la información que explica nuestro pasado y el de nuestras ciudades.