Le han puesto música a las quejas de miles de vecinos de Valencia que se están viendo obligados a dejar sus barrios ante la especulación inmobiliaria provocada por la turistificación de la ciudad y la proliferación de viviendas turísticas. "Queremos una ciudad visitable pero también habitable. Hemos llegado al punto de hablar de vecinofobia, porque los propios vecinos somos mal vistos en nuestros barrios", explica María Arlandes, creadora de la canción y portavoz de la plataforma "Valencia no está en venta", que agrupa a más de 30 asociaciones diferentes de toda la ciudad.

Con el título "Mi barrio no se toca", critican la destrucción del tejido social y la vida social. "Los buitres nos acechan y nos quieren devorar", cantan, en alusión a los fondos buitres que echan a los moradores de edificios enteros con alquileres económicos para crear apartamentos turísticos. "El turismo nos ayuda mucho pero de ahí a sacrificar nuestras tradiciones y nuestra vida...", señala Pablo, vecino del Cabanyal, donde se ha grabado gran parte del vídeo de la canción.

En el video, los vecinos muestran su día a día en este antiguo barrio de pescadores, que ha pasado a ser uno de los más codiciados de la ciudad, donde los precios de los alquileres y de venta de los pisos se han disparado. "Hemos pasado de estar dejados de la mano de Dios a estar de moda y ser un barrio turístico por completo", señala otro vecino.

De hecho, en tan solo cinco calles se concentran 230 apartamentos turísticos, aunque en todo el barrio hay muchos más. "Cogen todas las plantas bajas y no dejan nada para la gente de aquí. Queremos seguir teniendo el bar donde almorzar y jugar la patida de dominó y poder ir a comprar a la tienda de la calle", afirma Eduardo.

Con esta canción, la plataforma busca, además de denunciar, movilizar al mayor número de valencianos para que participen en la manifestación que se va a celebrar el próximo 19 de octubre en las calles de la ciudad para defender el derecho a la vivienda y la protección del territorio y contra el turismo de masas.

El arte urbano se ha convertido en un altavoz para denunciar los problemas que sufren los ciudadanos. Un ejemplo es el artista J. Warch, que cuenta con varios grafitis icónicos en la ciudad. Warch fue uno de los primeros en recoger el problema para acceder a la vivienda con sus murales. "Es un reflejo de lo que sufren mis amigos y los problemas que tienen para encontrar un sitio donde vivir", señala.

Hace dos años, ya creó un mural en el que se veía a un mapache asomándose desde dentro de un contenedor: "Está bastante bien. Solo pago 500 y somos solo siete".

En otro más reciente, aparece el laberinto al que se tienen que enfrentar los jóvenes que buscan vivienda en la ciudad. "No es ni siquiera una hipérbole, ahora es una realidad", afirma el artista.

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