Una madre y su hija están devolviendo a la vida la iglesia de los Santos Juanes, en Valencia. Lo hacen con la ayuda de una bacteria entrenada para comerse el pegamento que dañó los frescos de la bóveda. Una restauración de lo más avanzada.
Los caminos de Pilar Roig, restauradora y de su hija, microbióloga caminos se encontraron en la iglesia de los Santos Juanes, que se está dejando querer por sus conocimientos.
Llevan tres años de trabajo, tres años deshaciendo las intervenciones dañinas de los años sesenta. Eliminan los “repintes, que los repintes son terribles, se hicieron con barniz y pigmento”, explica Pilar Roig.
Después hay que quitar el pegamento que imprimieron a estos frescos del siglo XVIII y ahí entra en juego el laboratorio. Durante 24 horas se dejan crecer bacterias que se han alimentado con cola.
“Ahora tengo que separar las bacterias del medio de cultivo, es el medio donde han crecido, el medio que tiene cola, para por aplicar a los frescos solo las bacterias, nada más”, explica la microbióloga Pilar Bosch.
Estas bacterias se mezclan con un gel natural a base de algas y se deja actuar durante tres horas. Si quedan restos de gel o pegamento, se retiran con pincel y agua.
La biolimpieza concluirá en un año y ya está dejando ver pigmentos originales, “transfiriendo a la sociedad y a una obra de arte real. Que no se quede en el laboratorio”.
Mientras, en el laboratorio se entrena ya a otras bacterias para limpiar grafitis dibujados con spray.
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