El vecindario de la urbanización Colinas de San Antonio II, en San Antonio de Benagéber, se encuentra en estado de alerta tras la ocupación de una vivienda en la calle Mata Parda en apenas 24 horas. Una familia se instaló en uno de los chalés propiedad de la Sareb, que aún estaba en venta, lo que ha generado una fuerte preocupación entre los residentes.
Los vecinos no han dudado en actuar y han denunciado la situación ante la justicia, además de manifestarse diariamente desde el pasado viernes a las 19:00 horas en la mencionada calle para presionar a los ocupantes a abandonar la vivienda. Estas protestas, sin embargo, han derivado en una escalada de tensiones. Los residentes aseguran haber recibido "amenazas de muerte e insultos" por parte de los ocupantes, lo que ha incrementado el temor en la comunidad.
Sulimita, una de las personas que ha ocupado la vivienda, ha dado su versión de los hechos. Afirma que no desean estar en la vivienda y que su objetivo es conseguir un alquiler social. "Entramos en una vivienda de Bétera en la que estábamos alquilados y hemos okupado esta casa porque el Sareb no nos hace caso", explica Sulimita, quien además señala que la Cruz Roja les ha ofrecido una pensión, pero que esta solución es insuficiente para ella, ya que está embarazada y tiene cuatro hijos. Además, denuncia que los vecinos han lanzado piedras e insultos contra su familia.
El teniente alcalde de San Antonio de Benagéber, Luis Trejo, ha expresado la preocupación del consistorio ante la situación. Según Trejo, los okupas fueron desalojados previamente de otra vivienda en Bétera, también propiedad de la Sareb. Asimismo, lamenta los incidentes violentos y las amenazas hacia los vecinos, subrayando que los ocupantes han mostrado en redes sociales ostentación de lujo, lo que genera más malestar en la comunidad.
La problemática de la okupación no es exclusiva de San Antonio de Benagéber. En Valencia, el barrio de la Amistad vive una situación similar desde hace años. Un grupo de okupas ha tomado un bajo, que antiguamente funcionaba como entidad bancaria, en la calle Yecla, donde conviven hasta seis personas desde hace tres años. Los vecinos han presentado innumerables denuncias por los continuos ruidos, la suciedad y las disputas violentas que generan los okupas, pero las autoridades no han logrado una solución definitiva. "Pueden pasar hasta 72 horas en los calabozos, pero luego vuelven aquí", comenta con resignación una vecina del barrio.
Rosa y Miguel Ángel, un matrimonio que vive justo al lado del bajo okupado, describen la situación como desesperante. Hace apenas dos semanas, los okupas derribaron la pared de acceso al bajo, lo que obligó a la intervención de los bomberos. "El olor es insoportable y el miedo a que puedan derribar la pared que nos separa es constante", señala Miguel Ángel.
La situación se ha vuelto insostenible para los comercios de la zona, que también han sufrido robos y otras acciones incívicas. Una trabajadora de una cafetería cercana afirma haber sido víctima de hasta cuatro robos por parte de estos okupas. Los vecinos continúan exigiendo una solución para recuperar la tranquilidad en su barrio.
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