La pesadilla de Ana, víctima de violencia de género: "Me insultó, me pegó y me violó. Huí con el niño en brazos y la documentación"
Ana fue a vivir por amor a casa de los padres de él, pero el infierno comenzó cuando la madre falleció de un cáncer
Primero fueron las agresiones verbales, más tarde las físicias y las violaciones
Eva, superviviente de violencia de género: "Un día me cogió del cuello y pensé que no veía a mi hijo más"
La historia de Ana comenzó cuando ella tenía 23 años y su pareja 27.
Como en todos los inicios de una relación, los primeros meses fueron muy bonitos, jamás puedo pensar que acabaría convirtiéndose en una víctima de violencia de género.
MÁS
Los casos de violencia de género en adolescentes han aumentado un 87,2 %, según la Fundación ANAR
La violencia psicológica, silenciada o silenciosa, crece y cada vez más entre mujeres jóvenes
Balance del Pacto de Estado contra la violencia de género: 65% de medidas cumplidas pero 51 mujeres asesinadas
Pero todo cambió cuando decidió mudarse a casa de los padres de él, donde vivía también su abuela. "Al irme a vivir alli me di cuenta del machismo que había en esa casa y no solo por parte de su padre, si no también por parte de su madre y de su abuela, las mujeres tenían que estar en casa y tenerles todo a punto a los hombres para cuando llegasen de teabajar", cuenta Ana.
Pero su infierno empezó dos años más tarde, cuando falleció la madre de su pareja a causa de un cáncer. "Ya no me trataba como antes, a los seis meses me quedé embarazada y poco me acompañó en esos momentos que son tan bonitos para las parejas", relata.
Eva sufrió un complicado parto de 22 horas. "Mis padres y mi hermana estaban fuera del paritorio angustiados porque no tenian noticias nuestras. Una hora antes de nacer mi hijo salió de pariotorio y echó a mis padres y mi hermana del hospital", explica.
El dia que nos les el alta, al llegar a casa Ana se quedó solo "él comió y se fue a trabajar, pues vivía por y para su trabajo en el campo", asegura.
Agresiones verbales y físicas
Con el paso de los días, las semanas y los meses comenzaron las agresiones verbales. "Cada dia me trataba peor, me llamaba puta delante del niño, me decia gorrina y muchas otras cosas que prefiero no recordar", cuenta. A continuación, llegaron las agresiones físicas. "Emperazon siendo bofetadas, él decía que eran de broma, y siempre delante de nuestro hijo".
Desde ese momento los episodios de malos tratos no dejaron de sucederse. "Una tarde al volver de dejar al niño en la guarderia me encontré con él y sus compañeros de trabajo, uno de ellos me preguntó algo y le respondí y cuando fui a decirle que me iba me cogió del pelo y me arrodilló en el suelo delante de todos". En otra ocasión Ana recibió una paliza por saludar a una amigo en un bar. Incluso, la dejó encerrada en su casa, vigilada por su abuela para que no pudiera salir a la calle. "Fue en ese momento cuando me di cuenta de que no podía seguir así, pero me callé seguí aguantando", explica.
El siguiente paso fue aislarla del mundo. "Me prohibió ir a ver a mis padres y a mi familia y me apartó de todos", recuerda.
Un dia, en una conversación de whatsapp con su hermana comenzó a contar con indirectas lo que pasaba, a pedir ayuda. "Se dio cuenta que algo pasaba y habló con mi madre y buscaron ayuda".
Fue entonces cuando apareció en su vida Susi Lina, de la Asociación Alana contra la violencia hacia la mujer, "ella fue mi ángel de la guarda y mi segunda madre".
El primer consejo que le dio fue que acudiera al médico para que le realizaran un informe para poder presentar una denuncia y fue lo que hizo.
La huida
La relación de pareja ya era insoportable con insultos y golpes continuos. Por las noches dormían en habitaciones separadas para que el niño no le molestase porque su pareja tenía que ir a trabajar. "Cuando se enfadaba me quitaba al niño y se lo llevaba pese a que el niño lloraba porque queria estar conmigo", explica.
La última noche antes de huir fue una pesadilla para Ana. "Me pidió todas mis contraseñas de redes sociales, mail, banca y demás. Me quitó el móvil, intentó partirlo en dos con sus propias manos y me dijo que me lo daría después de revisar todo", pero el peor momento llegó cuando la agredió sexualmente "me obligó a acostarme con él y me echó de la habitación ,todo esto delante del niño que lloraba desconsolado".
Ana recuerda que después de la violación "me fui a dormir a la habitación de al lado y de madrugada mi niño vino a buscarme y le acosté conmigo y estuvo toda la noche cogido a mi cuello sin soltarme, hasta que a las cinco de la mañana él se levantó para ir a trabajar y ver que el niño estaba conmigo se enfureció y me obligó a levantarme", explica.
En ese momento tan complicado, en lugar de rendirse, Ana se armó de valor y comenzó a recoger sus pertenencias personales y las de su hijo porque ese mismo día iba al médico para una revisión y a continuación a presentar una denuncia contra su pareja por violencia de género. Yo aproveché para ir recogiendo mis cosas discretamente ya que ese mismo día iba al médico y posteriormente a denunciar.
A las nueve de la mañana llevé al niño a la guardería y me fui al médico. "Me diagnosticó ansiedad y me dio un tranquilizante porque tendía las pulsaciones disparadas", afirma.
Con el infome del médico bajo el brazo, ya solo quedaba recoger a su hijo de la guardería y pasar a casa a recoger sus pertenencias, pero para su sorpresa su pareja había ido a comer con un amigo. "Como siempre me recriminó que el niño estuviese conmigo la noche anterior y lo castigó de cara a la pared, un niño que no tenía ni 2 años, y me prohibió que lo llevara esa tarde a la guardería", recuerda.
Cuando los planes de huida parecía que se venían abajo, Ana lo tuvo claro. "Yo tenia que salir de esa casa como fuera porque habia quedado con una chica que me llevaría al cuartel a presentar la denuncia". Así que sin echar la vista atrás, le dijo a la abuela de su pareja, que siempre la vigilaba, que tenía que ir a la guardería y salió de la casa en la que vivió presa tantos años con lo puesto. "Mi hijo en brazos y su chupete y mi cartera con mi documentación. Ni dinero, ni móvil ni tan siquiera sillita para el coche para el bebé", relata.
Decidida pero con miedo por lo que podía pasar llegó al lugar donde había quedado con su amiga. "Estaba esperándome. Subi al coche temblando y le pedí que arrancara rápido para salir de allí y que él no apareciera de repente".
Fueron minutos de angustia hasta que llegaron al cuartel de la Guardia Civil, pero una vez allí, la esperaban sus padres y su hermana y por fin pudo presentar la denuncia por los años de malos tratos físicos y psicológicos que había sufrido, una liberación. "Con la denuncia bajo el brazo, puede volver a casa con los míos, con mi familia", recuerda.
A partir de ahí, no fue fácil, pero poco a poco, con el apoyo de los suyos y de la asociación Alana, fue quemando etapas hasta conseguir ser una mujer libre y recuperar su vida.
Síguenos en nuestro canal de WhatsApp y conoce toda la actualidad al momento.