En la mañana del 27 de enero de 1993, un apicultor de 69 años, acompañado de su consuegro, dio la voz de alarma al descubrir un brazo humano semienterrado, con un reloj en la muñeca, en la partida de la Romana, un paraje montañoso apartado y abrupto de la localidad de Tous (Valencia),
En un primer momento, se pensó que se trataba de un hombre, pero al excavar, se encontraron los cadáveres de tres jóvenes en avanzado estado de descomposición. Eran los cuerpos de Mirian, Toñi y Desirée, las tres niñas de Alcàsser.
Las tres adolescentes habían desaparecido 75 días antes, el viernes 13 de noviembre de 1992, cuando se dirigían a la discoteca Coolor de Picassent. Para llegar hasta allí, hicieron autostop, como era habitual en aquella zona, pero desaparecieron antes de llegar a su destino.
Los cuerpos de las tres jóvenes estaban envueltos en una alfombra, maniatados y apilados uno encima del otro, sin tocarse entre sí. A pesar del deterioro de los cadáveres y sus prendas de vestir, los expertos apuntaron desde el primer momento que podría tratarse de los tres niñas.
Los cuerpos fueron trasladados a Llombay (Valencia) y ese mismo día se confirmó el peor de los presagios: los cadáveres pertenecían a Míriam García, de 14 años; María Deseada Hernández (Desirée), de la misma edad, y Antonia Gómez (Toñi), de 15 años.
En la inspección del lugar donde fueron halladas, los agentes encontraron varios objetos como un cartucho y un videojuego, aunque lo más relevante para el caso resultaron ser unos papeles hallados entre unos matorrales. Tras su reconstrucción, los investigadores determinaron que se trataba de un volante de hospital a nombre de Enrique Anglés Martins.
Con esta prueba, los agentes acudieron al domicilio de los Anglés en Catarroja (Valencia). En el domicilio se encontraban Enrique Anglés, su hermana Kelly, el novio de esta y la madre de los Anglés, Neusa Martins. Los tres primeros fueron enviados al cuartel de Patraix y se procedió al registro de la vivienda. Durante el proceso, llegaron otros hermanos de Enrique Anglés, Mauricio y Ricardo, acompañados de un amigo, Miguel Ricart alias "el Rubio". Un guardia civil reconoció a este último como el compañero de fechorías de Antonio Anglés, otro de los hermanos, y también fue llevado al cuartel en calidad de testigo.
Pronto los investigadores determinaron que el volante médico hallado junto a la fosa a nombre de Enrique Anglés, que sufría una discapacidad psíquica, era realmente para su hermano Antonio, que había suplantado su identidad.
La movilización inmediata de los cuerpos de seguridad para su localización permitió descubrir que Antonio Anglés había acudido a una peluquería el viernes 29 de enero de 1993 a quitarse el tinte rubio del pelo. Anglés ya había comenzado su huida y a pesar de los innumerables intentos, nunca fue capturado.
El 14 de diciembre de 2029 prescribirán los delitos que se le atribuyen a Antonio Anglés como presunto asesino de las niñas de Alcásser. A partir de ese mismo momento, pasará a ser inimputable.
Mientras tanto, sigue su búsqueda. Para la Interpol continúa vivo y se encuentra en estado de busca y captura. De hecho, recientemente, las autoridades policiales europeas han realizado un retrato robot de Anglés, para mostrar cuál sería su apariencia física en la actualidad. Se trata de una de las muchas iniciativas puestas en marcha para tratar de dar con su paradero.
Fue hace casi 30 años, el 23 de marzo de 1993, cuando Antonio Anglés fue visto por última vez. Ese día, fue rescatado a bordo de un bote salvavidas en pleno golfo de Vizcaya tras escapar del buque británico City of Plymouth, donde se había colado como polizón en Lisboa.
Tras localizarlo en el buque y comprobar que llevaba documentación falsa, lo encerraron en un camarote.
No se sabe cómo, Anglés logró huir. Al día siguiente, después de ser rescatado en alta mar y encerrarlo de nuevo en el mismo camarote, volvió a escapar cuando el buque estaba a punto de llegar a Dublín, supuestamente tras recibir la ayuda de un marinero. Faltaba un cabo de la cubierta y un chaleco salvavidas.
Tras su detención en la vivienda familiar de los Anglés, Miguel Ricart se autoincriminó en sus primeras declaraciones. En su testimonio explicó que la noche en la que desaparecieron las adolescentes, él y Antonio Anglés las recogieron en un Opel Corsa y las llevaron a la caseta de la Romana, donde las violaron y por último, Anglés las asesinó de un disparo a cada una en la nuca.
Una declaración que Ricart modificó dos meses más tarde, para negar su implicación en los crímenes, alegando que había sido torturado por los agentes de la Guardia Civil para que se declarara culpable. Una versión que ha mantenido desde entonces.
El juicio por el triple crimen de Alcàsser se llevó a cabo en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Valencia. Comenzó el lunes 12 de mayo de 1997, con Ricart como único acusado.
El viernes 5 de septiembre de 1997 se dictó sentencia. Miguel Ricart fue condenado a 170 años de prisión por rapto, violación y asesinato de Miriam, Toñi y Desirée.
Pero lejos de cumplir la pena completa, el 29 de noviembre de 2013, Ricart fue puesto en libertad después de 20 años, diez meses y dos días en prisión.
En las dos semanas posteriores a su liberación, Ricart fue perseguido por los medios de comunicación, hasta que se le perdió la pista en Francia.
Desde entonces, ha estado en paradero desconocido hasta que el pasado 19 de diciembre fue detenido en Barcelona, acusado de dirigir un narcopiso. Tres días después, la jueza lo dejó en libertad con la obligación de presentarse en los juzgados cada quince días, acusado de un delito contra la salud pública.
Ricart tiene actualmente 53 años.
La detención de Miguel Ricart en Barcelona se produjo semanas después de que el Juzgado de Instrucción número 6 de Alzira (Valencia), que investiga la pieza separada del caso Alcàsser que permanece abierta, autorizara diferentes pruebas sobre los restos hallados en la fosa donde fueron enterradas las niñas de Alcàsser.
Esta petición es una más de las realizadas por la Asociación Laxshmi para la lucha contra el crimen, que ejerce de acusación popular en este caso, y que en los últimos años ha revitalizado el caso demandando a la Justicia la realización de nuevas líneas de investigación.
Recientemente, la asociación ha pedido al Juzgado de Alzira que se acelere el análisis en el Instituto Nacional de Toxicología de unos pelos y muestras remitidas desde Valencia con el fin de encontrar sospechas o evidencias de sangre, semen y ADN para tratar de esclarecer un crimen que conmocionó a toda España y sobre el que aún no se ha escrito la última palabra.