El diseñador valenciano Francis Montesinos cumple 50 años en la moda. Desde su pequeño paraíso en Lliria (Valencia), recibe a NIUS acompañado de sus 14 pavos reales para repasar su trayectoria profesional y un sinfín de anécdotas, como la del origen de sus desencuentros con el director de cine Pedro Almodóvar.
Incansable, Montesinos habla también de sus próximas propuestas laborales, como la ropa para perros en la que ya trabaja o un proyecto especial que planea con el vocalista y bajista de Kiss, Gene Simmons. Además, recuerda sus años de noches de fiesta en Ibiza y confiesa cómo ahora su corazón está tranquilo, “pleno y feliz”, aunque todavía no le ha cerrado la puerta al amor.
Sus diseños han vestido a princesas, reinas o artistas. Personalidades internacionales de la talla de Bo Derek o Lucía Bosé han lucido sus creaciones. También del panorama patrio, como Ángela Molina o Sara Montiel, sin olvidar algunas de sus musas más históricas, y a la vez grandes amigas, Paola Dominguín -hermana de Miguel Bosé- o la fallecida exministra socialista Carmen Alborch.
Preguntado por su fuente de inspiración, Francis no duda: “La creatividad la aprendí de mi madre”. Remedios Montesinos, pionera como él, abrió la primera tienda de manualidades en España, la emblemática Batallón en pleno centro de Valencia.
Allí, mientras jugaba, como un niño que era, Francis -que ha heredado el apellido de su madre- comenzó a desarrollar una carrera que más tarde llegaría a la cima de la moda de manera profesional. Eso sí, estudiando mucho, porque la enseñanza y la educación son claves para el artista. “Siempre que visitaba otro país volvía cargado de libros de moda, porque aquí no existían”, sostiene.
Para el diseñador es muy importante la formación: “Una colección es mejor que otra por la “recerca” (búsqueda, en italiano) si te la has trabajado, si tú has trabajado”, continúa. Esto es precisamente lo que el ‘maestro’ de la moda quiere transmitir a los jóvenes de ahora.
Sus primeros pasos en la industria los dio en Barcelona. Corrían los años 70 y allí tuvo la oportunidad de aprender de “grandes modistas” como Toni Miró, icono de la moda catalana que diseñó los uniformes para los Juegos Olímpicos de 1992. “En Barcelona aprendí el negocio de la moda”, destaca.
Pero Francis no se olvida de sus “referentes”, como él les llama: la señora Concha, directora del taller de “La Canuto”, mítica modista valenciana, que le enseñó la técnica de coser. “Siempre lo recuerdo, todavía hoy llego a pensar, ¿y esto la señora Concha cómo lo haría? y me viene la imagen”. La gallega Mercedes Santos. Y, cómo no, su profesor de Historia del Arte, el catedrático y maestro de otras figuras valencianas Antonio Alonso.
En el año 1972 abrió su primera tienda en Valencia, y comenzaron sus primeras incursiones en la revista Centro Moda, la primera de esta modalidad que hubo en España.
Antes, empezó a coser y a diseñar ropa para él y sus amigos, y también para su novia. "Entonces tenía novia”, cuenta con humor. Una afición, la del diseño, que le venía innata: “me volvía loco con un trapo”, afirma. Pero pronto se dio cuenta de que lo importante era “crear una marca” porque a través de ella “podría hacerlo todo”.
Una marca, Francis Montesinos, que hoy es sinónimo de elegancia en todos sus ámbitos. “A mí la moda me gusta, pero también me gusta pintar platos, trapos, collares, telas de todo tipo, me gusta todo”, señala.
Amante de la variedad, ahora trabaja en una colección de ropa para perros, que espera estrenar pronto; “mascotas es lo único que me falta por vestir”, nos dice mientras se ríe.
Recuerda con especial cariño algunas de sus piezas salidas de desfiles míticos como aquella línea de ropa interior que presentó en “Neptunalia”, en 1984, la colección “Carmen”, que se lanzó el mismo año en el Palacio de Cristal de Madrid, y otras como Gypsy look, que marcó una nueva tendencia internacional tras su presentación en Berlín, Ciudad Europea de la Cultura (1988).
Pero con lo que Francis realmente disfruta es creando diseños para espectáculos y puestas en escena, como cuando diseñó el vestuario para el Ballet Nacional de Cuba. “Escuché todos los CDs del ‘Lago de los Cisnes’, me vuelve loco”, cuenta. “Me gusta mucho y me relaja porque este tipo de encargos te sacan de la monotonía de colección de invierno y verano, y, además, se hace con mucho tiempo, lo que te permite pensar con más calma”, añade.
También ha estado muy presente en el cine, como en la película “Comedias Bárbaras”, de Bigas Luna, y en otras de Pedro Almodóvar, con quien guarda una triste anécdota que sucedió cuando el director manchego le propuso interpretar el papel de sí mismo en la película “Matador” y Francis se negó. “Yo en ese momento era muy tímido, muy reservado, tenía pánico a las entrevistas y a rodar, y dije que no”, cuenta con cierta tristeza.
Sí diseñó el vestuario del filme, en el que el director manchego recreó su mítico desfile en la plaza de toros de Las Ventas (1986). Pero pese a la insistencia del ganador de un Goya, Montesinos no quiso hacer el papel. “Nunca me lo perdonó, me costó romper las relaciones con él, hasta hoy”, señala.
“Fue muy duro encontrármelo después y que casi me girase la cara”. Aunque el artista todavía mantiene la esperanza de que el tiempo cure las heridas: “Ojalá, estoy seguro de que si volviéramos a hacer algo juntos de nuevo, volvería a ser un cañonazo”, afirma.
Pero no todo son malos recuerdos, mientras charlamos, nos enseña una imagen suya de espaldas que fue sacada por el fotógrafo Christopher Makos, discípulo de Andy Warhol que le fotografió para la exposición que realizó en Valencia.
También guarda muchas vivencias de sus viajes por todo el mundo, en los que “siempre aprendes algo”, remarca. Pues, para el diseñador “la moda es un arte y el arte es algo vivo”, aunque para recibir “también hay que tener las orejas bien abiertas”, nos dice.
Aunque si hay un lugar especial para Montesinos, esa es la isla de Ibiza, y solo con escuchar su nombre se le ilumina la cara. El diseñador descubrió la isla blanca con tan solo 14 años, cuando, junto a sus padres, fue a visitar a su hermano que se había instalado allí por trabajo. Allí “descubrí el mundo hippy, el color, todo era droga, sexo y el rock and roll”, cuenta. “Era como otro mundo y luego encima, la suerte de que estaba tan cerca”.
El artista valenciano coincidió en la isla con grandes del cine y de la música, como Roman Polansky, en medio del fenómeno hippy de los años 60, y pensando en ello destaca la importancia de los movimientos culturales para cualquier artista, pues “marcan totalmente su trabajo”, subraya.
“Ibiza, sin duda, me marcó muchísimo, la explosión de color me enseñó a ver el Mediterráneo, la libertad, tantas cosas…”, confiesa. Aunque, eso sí, sin dejar de lado Valencia, que “me lo ha dado todo, el amor a la vida, el amor al Mediterráneo, el amor al sol, el amor al color, el amor a mi profesión, pero Ibiza me ha enseñado a ver el color que podía descubrir aquí”, dice en alusión a su tierra.
Asegura que le sigue gustando disfrutar de la isla pitiusa, aunque ya no quiere saber nada de discotecas; “eso ya se acabó”, señala. “He conocido otra forma de disfrutar de Ibiza desde la tranquilidad, que me ha conquistado, y entre allí y Asturias, paso el verano”, nos cuenta.
Y, es que, tras una vida muy intensa, ahora Francis no anhela más que vivir tranquilo en su refugio de Lliria (Valencia), de donde eran sus abuelos, rodeado de naturaleza y acompañado de sus 14 pavos reales, que habitan libremente por el espacio al aire libre. Sí, han leído bien, pavos reales, que el diseñador cuida con mimo y alimenta con rosquilletas de “Velarte”. “Les encantan y Quique, mi compañero de clase (y fundador de la compañía que fabrica snacks horneados), me regala las que se rompen y no pueden vender”, explica.
Una casa-museo para quienes hemos tenido la suerte de visitarla, hipnótica, con objetos de lo más llamativos, de un hombre de arte que hoy sueña con poder hacer allí “la medida” y tener que salir lo menos posible, y trabajar más de lo que lo hace en la mesa de su habitación.
Aunque por ahora aún ha de viajar al menos tres días a la semana. “Demasiado, todavía”, señala, “me han dicho que pare”, nos cuenta llevándose la mano al corazón. Y es que, el artista valenciano ha sufrido en los últimos tiempos algún percance en su salud que le obliga a tener que cuidarse más de lo que le gustaría.
Por suerte “el cap” (la cabeza) “lo tengo muy joven y la creatividad me mantiene en una eterna juventud”. Francis continúa con sus diseños, y alterna los actos por sus 50 años en la moda, con diseñar para personas y para el hogar. “Lo que me falta ahora es diseñar para perros”, reitera y vuelve a reír.
Allí, en su refugio de naturaleza, donde nos recibe, pasó el confinamiento por la pandemia, un tiempo que dedicó, como muchos españoles, “a rebuscar en todos los cajones, incluso me salió el primer botón que diseñé”: un garrofó (judía que se usa en la paella). ”Para mí fue una maravilla, me encantó”.
Romántico empedernido, no le cierra la puerta al amor, “nunca, aunque ya no estoy para mucho tute”, dice con gracia. “He tenido la suerte de enamorarme tres o cuatro veces, siempre te gustaría algo más, pero estoy feliz”, confiesa.
Entre evento y evento, todavía saca tiempo para alguna colección especial, como la que planea llevar a cabo con Gene Simmons, bajista y vocalista de la banda estadounidense Kiss.
En el último mes ha participado en varios desfiles como cabeza de cartel, como en la Sálvame Fashion Week o el pasado fin de semana en un desfile benéfico en Valencia, cuya recaudación iba destinada al Banco de Alimentos de Valencia.
En 2020 el MuVim de Valencia le organizó una exposición por sus bodas de oro como diseñador que se prolongó durante todo un año. Tras el parón por la pandemia, los homenajes vuelven y pasarán por Alicante, Castellón y Gandía, en 2022. El próximo año, en 2023 “estaremos en el Museo del Traje de Madrid, Barcelona y Paris”.
Homenajes a un artista que aun hoy “pleno y feliz” no cesa en su empeño por crear y seguir evolucionando en una España en la que “la moda ya no es lo que era antes” y espera seguir llevando con sus diseños la alegría, la fiesta, el color y el amor. Cuatro calificativos que para él transmite Montesinos; “lo que es mi vida, pues mi trabajo y mi vida siempre me ha costado separarlos”. Sea "Francis o Montesinos", le queda arte para rato.