En otoño vuelven los abrigos, los días se acortan y el característico aroma de las castañas asadas invade de nuevo las calles de las ciudades y pueblos españoles, abriendo el apetito de grandes y pequeños. Para muchos es el mejor manjar de esta época, una tradición que se resiste al paso del tiempo.
Año tras año los castañeros vuelven a abrir sus hornos. Como Elsa, que se emociona porque sus manos llevan tres décadas al calor de las brasas, y con su pequeña locomotora logró sacar adelante a su gran familia. Una emoción que se traspasa de madre a hijo. Para Marcos, lo más duro son las largas jornada en la calle.
Esta nueva hornada trae una peculiaridad: por primera vez el uso de la mascarilla y la distancia de seguridad. Pero si hay algo que no cambia es que este pequeño bocado de otoño como más se disfruta es en compañía.