Son las colas de los vuelos alternativos en tiempos de pandemia donde el origen y el destino es el mismo. En este caso, Sídney, en Australia. Es la reinvención de algunas compañías para satisfacer la demanda de viajeros como Warren y Jason, que se muestran molestos con no poder viajar como antes, pero a la vez encantados, como otros pasajeros, con poder sobrevolar, al menos, enclaves de su país en un 'tour' de un día que cuesta entre 500 y 2.400 euros.
Con todos los billetes vendidos en apenas 10 minutos. Estos trayectos también los están realizando otras aerolíneas asiáticas, pero de momento ninguna europea. Unos vuelos llamados "a ninguna parte" que aliviarían supuestamente necesidades personales, mientras ayudan económicamente a un sector gravemente afectado por la crisis sanitaria.
Aunque eso sí no exento de críticas por su impacto ecológico. Por cierto, si se preguntan por qué no salen del país y por qué no llevan mascarilla ni dentro del avión, dos datos: desde marzo y, como mínimo, hasta mediados de diciembre no se permite la salida de residentes ni la entrada de turistas a Australia, salvo desde algunos países de Oceanía. La incidencia del virus es de 15 positivos y ningún muerto en las últimas 24 horas.