Llega Semana Santa y será en estas fechas cuando muchos amos abandonen a los animales que adquirieron con toda la ilusión en Navidad. Más de 138.000 perros y gatos fueron recogidos a lo largo del año 2017 por protectoras de animales, una realidad que impacta. Si atendemos al número de abandonos por periodos estacionalesabandonosestacionales, se observan ligeras diferencias en el caso de los caninos. En el caso de los felinos es la época estival cuando se observa un mayor número de gatos abandonados debido al proceso reproductivo.
El uso de microchips facilita la rápida identificación de los animales en el caso de pérdida, un 33% lo llevan y consiguen volver a sus domicilios. Con respecto a los abandonos, los datos muestran una tendencia a abandonar más a los de origen mestizo (un 80% frente al 20% restante del porcentaje de animales de raza abandonados). También se ha evidenciado que los animales en edad adulta son los más perjudicados en este sentido, en muchas ocasiones la llegada de las enfermedades suponen su abandono. Cuesta más desprenderse de los cachorros.
Dejar sin hogar a un animal que ha acompañado a su dueño durante cierto tiempo de su vida parece un hecho indeseable. Los motivos que llevan a una persona a abandonar a su mascota de confianza son, según el informe anual de la Fundación Affinity , las camadas no deseadas (15%), el fin de la temporada de caza (12%), dificultades económicas (12%), problemas de comportamiento (11%) y pérdida de interés (10%). Desde las asociaciones de animales piden reflexionar profundamente si realmente se quiere adquirir un animal de compañía o no para evitar los futuros abandonos y educar al animal desde un inicio para hacer de él una mascota responsable. Otra de las recomendaciones es esterilizar al animal para evitar crías que luego no se puedan mantener en el hogar.
El voluntario para cuidar animales es una figura al alza que demuestra que la sensibilidad ha aumentado en la sociedad. Las protectoras tienen una cantidad desbordada de trabajo. Estos voluntarios cumplen una función desinteresada económicamente y su principal labor es ayudar a las mascotas que sufren maltrato o abandono al cuidarlas y protegerlas. Como bien indica su nombre son voluntarios, personas que se ofrecen sin ningún ánimo de lucro para desempeñar en su tiempo libre una función social.
Pero las personas que realizan esta actividad, sí reconocen que reciben una compensación emotiva y moral. Entre las tareas más comunes a realizar por un voluntario se encuentran los trabajos de limpieza, dar paseos con esos animales para favorecer sus relaciones sociales y su comportamiento. El objetivo principal es que estos seres vivos vuelvan a recuperar la confianza en el ser humano.
Otra de las opciones es cuidar a un animal desde la propia vivienda. Las ‘casas de acogida’ son domicilios particulares desde donde el sujeto cuida del animal sin necesidad de acudir a un refugio. Cuando la mascota encuentra una familia de adopción, el cuidador se despide de él porque ya ha realizado su cometido (cuidar de él mientras que no posea un hogar). Mientras tanto, otros voluntarios aportan económicamente una cantidad destinada a pagar facturas y comida de los animales en estado de abandono.
Voluntarios por Madrid, una iniciativa elaborada por el Ayuntamiento de Madrid, cubre más de 500 proyectos anuales, entre ellos el de cuidado de animales a través de dos vías, ambas en colaboración con Madrid Salud. Se trata de `La casita del pescador’ en el parque del Retiro de Madrid y el Centro de Protección Animal (CPA) ubicado en el barrio de La Fortuna, en Leganés, al sur de la capital. Por un lado, ‘La casita del pescador’ se ocupa de informar sobre procesos de adopción así como captar a voluntarios para realizar esta labor en la que están implicadas unas 50 personas en diferentes turnos. Por otro, el CPA es el lugar donde los voluntarios llevan a cabo la labor propiamente dicha de voluntariado animal. Allí cuidan de diferentes tipos de animales, los pasean, les otorgan valores de responsabilidad al recibir diferentes premios, y juegan con ellos para acercarles de nuevo al contacto con el ser humano.
La responsable del conjunto de Voluntarios por Madrid, Concha Fernández, indica que el objetivo principal es colaborar con profesionales del centro para posibilitar la adopción de animales y mejorar su conducta, ya que “si les dejan solos pueden volverse agresivos”. La labor del voluntario es muy demandada y llegan a tener más de 100 voluntarios mensuales, de los cuales hay incluso lista de espera para acceder.
`La casita del pescador’ es un monumento histórico dedicado a la difusión donde las personas que quieren adoptar pueden informarse no solo de la actividad de la CPA sino de otras protectoras. Además, ellos van a realizar diferentes labores: los viernes hay un equipo experto en formación canina para resolver consultas primarias como, por ejemplo, evitar el ladrido constante de un perro. Se trata de consultas a bajo nivel que pueden resolverse in situ, de lo contrario les derivan a otros profesionales.
Las listas de espera son habituales, ya que hay mucha gente que quiere participar. En el CPA abunda mucho canino de gran dimensión, en concreto los `ppp´ (perros potencialmente peligrosos). Por este motivo, existe un cupo de 75 voluntarios en el Centro de Protección Animal, y en 'La casita del pescador' un aforo de 50. Para cuidar de los `ppp´ se necesita acreditar una licencia específica que avale este hecho, ya que “no todo el mundo posee la fuerza necesaria para controlar a estos animales a la hora de pasearlos”, tal y como indica la responsable de Voluntarios por Madrid.
Un cuidado como el que realizan Jonay Cabal y Sara Moralejo, voluntarios en el cuidado de animales en su tiempo libre desde hace dos y tres años, respectivamente. Dedican unas tres horas semanales a pasear a algunos perros del Centro de Protección Animal ubicado en el barrio de La Fortuna (al sur de Madrid), les cepillan el pelaje, juegan con ellos, premian su comportamiento y también colaboran en fomentar la relación de estos animales con los seres humanos para recuperar la confianza. También existe una gatera en la que los voluntarios acceden para acariciar a los felinos. Incluso en ocasiones, tal y como apunta la voluntaria Sara Moralejo, han cuidado de animales como “urones, ponys y caballos, cerdos vietnamitas, aunque lo que más abunda son los ppp”. Una labor que no impide a ninguno de los dos llevar a cabo su profesión: Jonay trabaja en una editorial y Sara es fisioterapeuta en un colegio y en un equipo de fútbol los fines de semana.
Ambos están concienciados con la labor que practican, pero consideran igualmente importante la adopción. A Jonay le gustaría hacerlo, pero su contrato de alquiler se lo “impide”, y por eso disfruta cuidando de ellos en el CPA. Sara, sin embargo, sí ha podido compaginar ambas acciones y adoptó a un perro de género macho que convive con la perrita que había comprado previamente en una tienda. Ella defiende la labor de adopción antes que la compra, ya que “hay muchos animales abandonados” y asegura que volvería a hacerlo.
En cualquier caso, ambos coinciden en que siendo voluntario “abarcan un mayor número de animales, les hacen la vida un poco más fácil y reciben a cambio el doble de cariño que entregan”. Al inicio del voluntariado reciben una formación en la que les aconsejan intentar no encariñarse mucho con el animal. Una tarea “muy difícil” según cuenta Jonay, ya que pasas mucho tiempo con ellos hasta que, con suerte, un día son adoptados por una familia.
Algo que también comparte Sara, ya que “si las personas que lo adoptan están de acuerdo por protección de datos” se intercambian teléfonos para al menos saber del estado del animal que tanto buenos ratos les ha proporcionado.
A veces, inevitablemente, también han tenido que presenciar alguna situación complicada de carácter momentáneo. La devolución de perros adoptados semanas después de ser adoptados es algo que “rompe el corazón” a Jonay, que admite que debería de haber “más compromiso por parte de la familia de adopción y un seguimiento más exhaustivo por parte de la CPA”.
Fortuitamente, Sara también recuerda un incidente con una oruga `procesionaria´ que se coló en el chenil de uno de los perros. Cuando lo encontraron, estaba amoratado y tenía “la lengua hinchada sin apenas poder respirar”. Gracias a su llamada de atención pudo salvarse, ya que el veterinario acudió rápidamente a administrarle urbason y pudo remontar. En este tipo de situaciones es cuando se palpa la importancia de la labor de los voluntarios, sin la que este perro probablemente no habría podido ser atendido de urgencia ante tanta afluencia de animales.
Según relatan los protagonistas, el requisito principal para ser voluntario son las “ganas inmensas de ayudar”. Una labor desinteresada en la que recibes a cambio “una juerga continua y miradas de ilusión sin fin”, tal y como dice Sara. Es una actividad muy fácil en la que se imparte una dinámica inicial muy sencilla para empezar a cuidar de estos seres vivos. Una formación de unas horas para indicar a través de un panel con cruces los animales que se han sacado previamente, así como aprender a realizar una nota de advertencia al personal veterinario de alguna lesión que pueda poseer algún animal. Indicios y colaboración que respaldan aún más la vocación de un voluntario.
En este contexto, Informativos Telecinco también ha tenido acceso a la opinión del Partido Animalista (PACMA) sobre el voluntariado en el cuidado animal. Desde la organización política aseguran que no colaboran en ninguna asociación concreta pero sí mantienen una relación directa con protectoras.
Un trabajo que, desde el punto vista de PACMA, deberían ocuparse las administraciones que no ponen freno a los abandonos y no estos centros que apenas tienen solvencia para financiarse. También consideran que para que exista un abandono “0”, estas entidades públicas deberían de prohibir la compraventa ilegal de animales. Hasta que esto no ocurra “no dejará de producirse el problema”. “No puede comprarse un perro como una lavadora, hay tiendas que tienen la opción de cambio”, aseguran desde el partido.
Para concienciar sobre el tema de los abandonos, algunas ciudades como Barcelona impulsan la iniciativa de la adopción a través de campañas como ubicar estatuas de animales abandonados en enclaves de la ciudad condal.
A pesar de que sí hay un mayor volumen de personas voluntarias concienciadas con el tema, no se ha observado una reducción en el número de abandonos. Los datos se mantienen exactamente igual que hace cinco años. Cifras “escandalosas”, según los animalistas, que no se controlan de ninguna manera al no existir un censo que lo evalúe salvo el informe anual Affinity que se ocupa de investigarlo.
Otra de las situaciones macabras en este ámbito fue la protagonizada por grupos de caninos abandonados que habitaban en perreras en Italia y que fueron trasladados ilegalmente desde España para hacer negocio con ellos en lugares que similares a "campos de concentración de animales moribundos" donde ganaban entre 5 y 7 € diarios por mantener a un animal con vida. La clave, según todas las asociaciones y los voluntarios es tener claro para qué se quiere un animal y una vez dado el paso, pensar que ellos, seguro, no lo harían.