Algo tan común como ir a desayunar y coger un paquete de cereales es impensable en la casa de Patricia y Fernando. Aunque entre risas reconocen que el pan suele ser el protagonista en su cocina a primera hora de la mañana y que no consumen cereales, si los hubiera, estos serían en botes de cristal y comprados a granel. En el siguiente paso, el de lavarse los dientes, el protagonista es un cepillo de bambú. La pasta no va en bote de plástico y el jabón es en pastilla, del de toda la vida.
En agosto del año 2015, esta pareja decidió empezar a vivir sin plástico. Aunque en un principio su pretensión fue mucho mayor, tal y como cuenta Patricia. “Yo había visto en internet gente que vivía sin basura y se lo propuse a Fer. Al principio él me dijo que era demasiado, así que decidimos eliminar los plásticos, ya que al reciclarse más era lo que más nos removía la conciencia”, asegura a Informativos Telecinco.
Una medida, que en lugar de amargarles la vida por lo complicado que en un principio puede parecer, se convirtió en un reto. “Más que como una especie de penitencia, nos lo tomamos como un experimento, como un juego”, afirma Fer. Eso sí, reconocen que aunque en la actualidad ni lo notan, en el principio fue complicado. “Las primeras semanas son las más complicadas, porque claro, estábamos acostumbrados a comprar de una forma. Lleva tiempo romper la rutina que tienes creada de tantos años”, aseguran.
Por ello, para comenzar a eliminar los plásticos de uso diario se marcaron un reto: que todos los residuos de este material de agosto a final de 2015 les cupieran en un tarro. Y lo consiguieron. Ahora su compromiso ha ido a más y entre los años 2016 y 2017 tan solo llenaron un bote cada uno. No obstante, aseguran que no se consigue evitar el plástico 100%. “Y tampoco es el objetivo, porque no es cuestión de obsesionarse. Reducirlo al máximo es posible, aunque es cosas que son inevitables”, afirma Patricia. Algo que Fer corrobora: “Evitar el plástico no nos tiene que llevar a tomar decisiones peores”.
Aunque en un principio les costó, “porque parece que hay que justificarse para no utilizar residuos que no necesitas”, ahora aseguran que en su día a día no se dan cuenta de que están evitando el plástico. “Todo es muy fácil. Es un poco organizarte. En el momento que ves las alternativas y te haces tu rutina, en las tiendas te conocen, es fácil. Eso sí, hay cosas, como la comida procesada, que no comemos”, afirma Fer, mientras Patri, entre risas, coincide en que ahora son más sanos.
Su cambio en el modelo de consumo, visitando las tiendas de venta a granel y las de barrio, les ha hecho también abandonar casi por completo los supermercados, en los que reconocen que se sienten “un poco como marcianos”, en palabras de Patri. En su opinión, estos están repletos de productos de plásticos innecesarios de los cuales no somos conscientes.
“Estamos tan acostumbrados a que se derroche tanto plástico que no nos paramos a pensar que a lo mejor no es necesario. La gente lo compra y no piensa que sea ni malo ni bueno, simplemente coge lo que necesita y se va. Luego si te paras a recapacitar, estamos utilizando un material que no sirve de nada, que es difícil de reciclar y que puede durar casi eternamente en el planeta, para un uso un poco ridículo”, asegura Fer. Ellos mismos reconocen que antes estos productos tampoco les llamaba la atención.
Su modo de vida ha llevado a que mucha gente, entre ellos amigos y familiares, los consideren “rarunos”, algo a lo que aseguran estar acostumbrados. Entre risas, la pareja reconoce que son dos personas muy normales, aunque su modo de consumo todavía no es muy común. “Sí que es verdad que la forma en la que compramos todavía sigue siendo rara”, reconoce Fer. No obstante, aseguran que en estos tres años han notado un cambio de conciencia en la sociedad. “Hay un poco más de alerta general con respecto al problema”, sostienen.
La pareja incluso ha conseguido crear una pequeña comunidad de zero waste en internet a través de su página web vivir sin plásticos. Lo que en un principio comenzó como un compromiso público, ahora suma más de 23.000 seguidores en Instagram, 16.000 en Facebook y más de 3.000 en Twitter. Todo para compartir una experiencia a la que animan a sumarse. “Es divertido, creativo y sales un poco de la rutina”, afirma Fer, a lo que Patricia añade: “Toda una liberación”.