Sara tenía 31 años cuando también se sintió acorralada y angustiada por un hombre que la amenazó con matarla con un cuchillo jamonero. Paradójicamente el arma fue lo que la salvó de una sentencia menor porque se consideró agresión y le cayeron 13 años de prisión. Esta otra joven de Sevilla fue violada constantemente por la que era su pareja. Sufrió un verdadero infierno pese a que entre lágrimas le rogaba que parara. Ambas están impresionadas y les cuesta reaccionar ante la sentencia de la Manada. Aseguran que es imposible defenderse ante cinco hombres y se lamentan de que la versión de la joven sea cuestionada por los jueces y por parte de la sociedad. Sufrieron un temor y un sometimiento que les ha dejado secuelas psicológicas de por vida.