Los ojos que salvan las aves: un centenar de vigilantes controlan los parques eólicos de Tarifa

  • Cuando avistan aves los vigilantes ordenan parar los aerogeneradores

  • Se estudian nuevas tecnologías para ayudar en la reducción de la mortandad de aves en los parques eólicos

Cinco Rojo sufrió un accidente a mediados de diciembre pasado. Ocurrió cerca de Tarifa, en Cádiz, y aunque muchos de los accidentes similares al suyo acaban mal, Cinco Rojo tuvo suerte, y sólo sufrió una luxación en un hombro. Recuperarse le ha llevado tiempo, aún apura los últimos ejercicios, pero es posible que en pocos días este en la calle. Bueno, en el cielo, porque Cinco Rojo es un cernícalo, que chocó contra la pala de aerogenerador.

"Llego aquí el trece de diciembre tras el accidente en un campo eólico de Tarifa", cuenta Juan Carlos Capuz, del Centro de Recuperación de Especies Amenazadas del Puerto de Santa María. "Al observarlo vimos que tenía una inflamación en el hombro derecho debido a la contusión. Tuvo suerte. Los pocos que salen bien, de uno de estos choques, son los que tienen fracturas que podemos arreglar, o los que como Cinco Rojo sólo sufren una contusión".

Para que eso no ocurra, Estefanía empuña los prismáticos esta mañana de enero. En medio de enormes aerogeneradores, recorre el horizonte en busca de cualquier señal de peligro. "Todos los días, cuando llego aquí, a primera hora, repaso el parque en coche, y también a pie para ver si algún ave ha sufrido una colisión. Luego, me vengo al punto de vigilancia", dice sin perder de vista el cielo. "Vigilo por si cualquier ave se acerca al parque. En cuanto se acercan a menos de trescientos metros llamo para parar los aerogeneradores que sea necesario".

"Vigilo por si cualquier ave se acerca al parque. En cuanto se acercan a menos de trescientos metros llamo para parar los aerogeneradores que sea necesario"

Estefanía es vigilante medioambiental. Un centenar de ellos vigilan los parques eólicos cercanos a Tarifa. "Tienen que saber identificar rapaces y otras aves más pequeñas en vuelo, también murciélagos, saber cómo actuar ante carroña que pueda atraer a ciertas aves, y sobre todo los criterios de parada de los aerogeneradores", señala Cristina González, de la Fundación Migres, que ofrece un examen de capacitación en la materia. "Si están en el catálogo de amenazadas hay que parar los aerogeneradores a 500 metros, si son aves protegidas, a 300. Gracias a este sistema se ha conseguido reducir, por ejemplo, la mortalidad del buitre leonado en esta zona, un sesenta y cinco por ciento".

Las especies amenazadas o protegidas, son la máxima preocupación. De entre todas ellas, en el Estrecho, la que más preocupa es el alimoche, una rapaz cuya presencia en la zona se reduce a diez parejas.

"Si hay un alimoche en la zona hay que parar el parque entero", señala Estefanía. "En agosto de hace dos años me aparecieron una pareja de alimoches y su cría. Yo paré el parque al ver la pareja, pero a la cría la vi después, y la verdad es que fue un momento de mucha tensión".

"El alimoche es un ave muy complicada", añade Cristina González de Migres. "Aunque sea un ave carroñera el vuelo que tiene no es tanto de planeo, sino más parecido al de un águila. Campea mucho, buscando pequeñas carroñas bajo las aspas de los aerogeneradores".

Las especies amenazadas o protegidas, son la máxima preocupación. De entre todas ellas, en el Estrecho, la que más preocupa es el alimoche, una rapaz cuya presencia en la zona se reduce a diez parejas.

En el último año ningún alimoche ha sido alcanzado por un aerogenerador, pero casi un millar de aves han sufrido el impacto de las aspas en los parques eólicos de Cádiz. Los vigilantes reducen la mortalidad, pero se buscan nuevas medidas.

"En el caso de los murciélagos, pensamos que con reducir la velocidad de las aspas a la hora del crepúsculo y al amanecer sería suficiente", explica Lola Cano, de la Fundación Migres. "Hemos diseñado también un sistema de autoparada, que falta probar. Son dos cámaras que en conjunto generan una imagen binocular, detectan los movimientos y mandan, automáticamente, parar al aerogenerador".

"Lo primero es evitar nuevos proyectos en las zonas de mayor sensibilidad", apunta Ana Carricondo de SEOBirdlife. "En las que quedan, hay que usar todos los mecanismos que tengamos a nuestra disposición, para reducir la mortalidad al mínimo. Con vigilancia, pero también con otros nuevos sistemas que se estimen eficaces".

Radares, anillado de las especies más amenazadas con dispositivos que comuniquen automáticamente a los aerogeneradores que entren en parada, estímulos sonoros, todo está sobre la mesa. La mortalidad cero es imposible, dicen los expertos, pero se trata de que cada vez haya menos aves cómo Cinco Rojo, que sufran por nuestras necesidades energéticas.