Víctor, de tres años, trasplantado de seis órganos: "Ha sido un milagro en toda regla"
"Para el trasplante necesitaban que falleciera un niño con el mismo grupo sanguíneo que Víctor y que fuera más pequeño que él, ha sido un milagro en toda regla", dicen desde la Asociación NUPA
"No le quedaba mucho tiempo de vida a Víctor cuando llegó la llamada que esperaban anunciando que estaban los órganos
Agradecidos, esperanzados, felices. Así están los padre de Víctor. Un niño de tres años y medio que ha estado conectado a una máquina 18 horas al día desde que nació, esperando un trasplante de seis órganos. Hace una semana ha recibido el alta. Ya está en su casa en Barcelona empezando de nuevo a vivir y acogiéndose con fuerza a la segunda oportunidad que le ha dado la vida.
"Gracias a una familia que en el peor momento de su vida, cuando su hijo fallece, no mira para otro lado y es tan valiente como para donar sus órganos y hacer posible que Víctor ahora pueda empezar de nuevo", explica Alba R. Santos, directora de la Asociación NUPA. Para un trasplante de estas características se necesitaba un donante especial, tenía que fallecer un niño de una manera específica, no sirve un niño con alguna patología, además tenía que tener el mismo grupo sanguíneo que Víctor y no podía ser mayor que él. Víctor tiene ahora tres años y medio. "Ha sido un milagro en toda regla", cuenta emocionada Alba.
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Su madre llevaba veintisiete semanas embarazada cuando les dijeron que algo iba mal. "Tras una ecografía rutinaria me dijeron que el niño venía con gastrosquisis", explica su madre, Ámparo. Es una enfermedad rara en la que el intestino se forma fuera del cuerpo del bebé. Nada más nacer operaron a Víctor.
El diagnóstico fue fallo intestinal. Por eso viajaron a Madrid, al único hospital de referencia nacional especializado en ello, el Hospital La Paz de Madrid. Necesitaba un trasplante multivisceral y, hasta que llegase, tenía que vivir conectado a una máquina de nutrición parenteral y alimentarse a través de un catéter durante 18 horas al día.
No le quedaba mucho tiempo de vida
Tres larguísimos años de espera. Amparo y Víctor se han convertido en médicos, le han cuidado y alimentado, mientras entraban y salían de los hospitales. Los últimos meses Víctor estaba muy débil. No le quedaba mucho tiempo de vida cuando por fin llegó la llamada que esperaban. Estaban los órganos.
"Ese día fue muy emocionante. Sabes que no hay alternativa y que te la juegas todo a una carta", dice Alba. Víctor no peleaba por curarse sino por sobrevivir. Ante un trasplante de esa categoría todo el equipo médico se volcó. No es fácil tener seis órganos compatibles otra vez. Tras más de diez horas de operación todo salió bien. En la operación, le cambiaron estómago, hígado, duodeno, intestino delgado, segmento de colon y páncreas. "Recuerdo esa noche con mucho cariño", dice la madre de Víctor.
Pero entonces llegó el coronavirus. Cuando Víctor salió de la operación y entró en la UCI, empezaron a llegar los primeros casos de COVID-19. Otra vez el hospital se volcó por completo. Se tomaron medidas excepcionales. Víctor estuvo aislado, solo su madre podía estar con él en la habitación, su padre se quedó en un piso de acogida de la Asociación NUPA sin poder ver a su hijo durante dos meses, no querían arriesgarse a que se contagiara del virus. Médicos y enfermeras extremaron sus cuidados. "Ha sido un encaje de bolillos", dice Alba.
Y Víctor también superó al virus. No se contagió y hoy por fin está en su casa de Barcelona aprendiendo a vivir con órganos nuevos.
La Asociación NUPA ha estado al lado de esta familia durante todo este tiempo. Amparo y Víctor padre están muy agradecidos. "Al Hospital La Paz, a los médicos, a la Asociación, a la familia donante". Y saben que Víctor no va a llevar una vida fácil. Ahora le quedan revisiones y medicación de por vida. Pero por lo menos está vivo.