El reciente caso del suicidio de una joven tras la difusión de un vídeo de contenido sexual entre sus compañeros de empresa, ha sacado a la luz un problema mucho más habitual de lo que pensamos. La violencia y el acoso digital contra las mujeres es una amenaza real y demasiado frecuente.
Verónica se sintió muy sola cuando una expareja viralizó en su empresa un vídeo sexual donde aparecía.
Pero este no es un caso aislado. Le pasó también a Ana. Tenía 18 años cuando su novio grabó sin permiso sus relaciones íntimas y las difundió. "No dije nada. Estuve como un mes, pero por vergüenza de que nadie supiera que eso me había pasado a mí", declaró ella en la radio.
Según la policía la violencia digital machista es un día a día, tanto que ahora mismo una mujer la está sufriendo en su empresa. La policía recomienda encarecidamente pensárselo mucho antes de enviar un vídeo de este tipo, ya que la vergüenza y la humillación atenazan a las víctimas.
"Compartir un vídeo de naturaleza sexual sin el consentimiento de las personas que aparecen en él es un delito" nos recuerda un agente de policía. Ana denunció a su expareja por la difusión de su vídeo sexual, y fue condenado a dos años de cárcel y a pagar una indemnización . Ana tuvo el apoyo que pudo faltarle a Verónica.