Para primera línea de playa, la de Juan. A pocos metros de las olas, en un paraje al que se accede a través de un camino de tierra, vemos su furgoneta. La vemos por su parte trasera. La parte delantera, pensamos, debe ofrecer las mejores vistas que podamos imaginar, unas vistas de las que carecen los mejores hoteles de la costa. Y no nos equivocamos. Al rodearla aparece Juan sentado frente al mar.
"Lo que ves aquí no lo ves en otro lugar. Llevo por aquí un par de semanas y aquí me siento un privilegiado. Por las noches voy a dormir al pueblo de al lado y vuelvo por la mañana. Me gustaría estar también por la noche pero me dicen que está prohibido".
Juan ha plantado su furgoneta en las playas del campo de maniobras del Retín, en Cádiz. En verano se permite el acceso, aunque solo de día. Es un paraíso para los autocaravanistas, dice Andrés. Él y Virginia, su pareja, viajan en un icono para los que pasan el verano sobre ruedas, una Volkswagen California "lo primero que te sientes es libre, independiente para decidir cuando sales, cuando te quedas, si quieres estar más tiempo en un sitio…te da plena libertad".
Esa 'libertad' es la palabra más repetida por los miles de personas que hacen de su verano un ejercicio de trashumancia turística. Su viaje es a la vez un montón de pequeños microviajes, de días distintos en sitios distintos, “voy por la carretera, veo un sitio y si quiero echar una tarde, pues decido quedarme ahí”, sentencia.
No son ni mucho menos los únicos. A lo largo de este año circularán por nuestras carreteras hasta 300.000 caravanas con matrícula extranjera, a las que hay que sumar las mas de 50.000 nacionales. Unas con otras mueven a un millón de personas. “Antes, hace un par de décadas, quizás se creía que la gente de furgonetas eran hippies sin dinero y ahora hay muchos alemanes, franceses, españoles que viajan en sus vehículos y que dejan mucho dinero”, añade Andrés.
Desiré y Juanfra suscriben esa afirmación. Acampan a pocos kilómetros de Tarifa, en un terreno que las autocaravanas han hecho suyo. En poco más de cinco metros cuadrados cabe todo su verano. "No es una cuestión de dinero, con lo que hemos invertido en este vehículo tendríamos para irnos a las antípodas y tirarnos allí tres meses", señala Desiré. Su pareja asiente, y añade "si queremos también cogemos un avión y vamos a un hotel, pero la libertad que te da este tipo de vehículos no te la da un coche”. Un mapa de España en el techo de su “dormitorio” les vale para soñar con el próximo viaje.
A pocos metros de ellos Davide y Arpem, italiano y holandés charlan a la puerta de su furgo, "la utilizo en verano para venir a Tarifa, como somos kitesurfistas podemos traer el equipo y todo". Arpem asiente a las palabras de su compañero de tertulia, "vivo en mi autocaravana todos los veranos, me gusta porque disfruto más de la naturaleza y el ambiente. Es muy tranquilo".
La pregunta es cuánto hay que pagar para disfrutar de esta vida sobre ruedas. La respuesta la de siempre: depende. Hay quien acondiciona una furgoneta vieja o hasta un camión de bomberos con sus propias manos, hay quien adquiere un vehículo nuevo. En este caso partimos de unos treinta mil euros, para llegar a cifras que superan con mucho los cien mil. Hay una tercera opción, el alquiler.
"Mis clientes", dice Nacho Fernández de Caracolvan, "son sobre todo gente que quiere probar esto de viajar sobre ruedas, porque es una cosa que está de moda, y a todo el mundo le está picando el gusanillo". Sus furgonetas son 'camper', vehículos pequeños pero con todas las comodidades, "normalmente son gente entre 25 y 50 años, parejas jóvenes, también familias con niños pequeños". Precio en temporada alta: unos mil euros por semana para cuatro personas.
Hay opciones más amplias, Autocaravanas Bahía ofrece vehículos para siete personas por 1250 euros semanales "En verano los que alquilan son mayoritariamente familias, familias que la quieren para viajar, ir a playas, pero también a parques de atracciones como Warner o Eurodisney, porque se ahorran el hotel allá a donde van”.
Están de moda. Este verano veremos muchas, circulando con calma por nuestras carreteras, disfrutando junto al mar o la montaña del paisaje, viajando a festivales de música o hasta el mismísimo Tour de Francia. Son camper, autocaravanas. Con ellas, la libertad, dicen sus ocupantes, viaja sobre ruedas.