Cuatro semanas han pasado desde que la DANA irrumpió en sus vidas. El agua se llevó por delante todo lo que encontró a su paso. Los vecinos de las zonas afectadas vieron como el caudal crecía y crecía. Solo les dio tiempo a huir. 31 días en los que el agua se lo llevó todo. Hoy las calles siguen llenas de polvo, un polvo que se limpia una y otra vez pero vuelve. Un mes limpiando, tirando y arrancando puertas, armarios, electrodomésticos, sanitarios. También esperando que los responsables públicos y las compañías de seguros contacten con ellos. Otros, adelantando el dinero y a contrarreloj pusieron en marcha su negocio en un tiempo récord. Muchos han abandonado temporalmente sus casas. Solo esperan poder regresar a ellas por Navidad.