No termina una semana fácil para la vacuna Sputnik V, acusada tanto de contagiar el resfriado como de ser un arma geopolítica del Kremlin. El lunes, Brasil desautorizó la importación de emergencia del fármaco al considerar que el adenovirus de la segunda inyección podía seguir replicándose dentro del cuerpo.
El apoyo de varios científicos al Anvisa, el regulador farmacéutico del gigante sudamericano, apuntó directamente a la seguridad del proceso de fabricación de una vacuna ya aprobada en países como Turquía o México. Y dejó una pregunta en el aire: ¿son estas dosis iguales a aquellas que rozaron un 92% de eficacia según la revista The Lancet?
Hay que ir por partes. La Sputnik utiliza dos adenovirus modificados para expresar la proteína S del coronavirus, una tecnología similar a la de AstraZeneca o Janssen. Al recibir la vacuna, las células cuentan con instrucciones para fabricar la espícula o púa del patógeno y, a la postre, producir una respuesta inmunitaria. Los adenovirus, que en general provocan enfermedades respiratorias leves como el resfriado común, están debilitados para que no puedan replicarse dentro del cuerpo.
Sin embargo, el regulador brasileño encontró lo contrario tras analizar segundas dosis del suero: que ese adenovirus podría "replicarse" en el cuerpo y provocar enfermedad, daños e incluso la muerte, especialmente en pacientes con "baja inmunidad y problemas respiratorios". El Fondo Ruso de Inversión Directa, fabricante de la vacuna, rechazó la decisión y presentó una demanda por "difamación" contra la agencia.
En un hilo en Twitter, la viróloga Angela Rasmussen respaldó la decisión del regulador brasileño. Hay una clave: el gen E1 del segundo adenovirus de la vacuna, el Ad5, que le permite replicarse. Si ese gen no está suprimido, entonces el adenovirus es "evidentemente competente" para esparcirse. "Al parecer, los fabricantes se olvidaron de eliminar el E1, por lo que recibir esta vacuna significa infectarse con el adenovirus 5 vivo", agregó la experta del Centro de Ciencia y Seguridad de la Salud Global de la Universidad de Georgetown.
Rasmussen señaló que la supresión de ese tipo de genes es un estándar en este tipo de vacunas y que un gen así "no reaparece de la nada". "La presencia de virus replicantes sugiere que el E1 no fue eliminado o que se recombinó durante la fabricación con un genoma completo de AdV", dijo la experta, que también ha afirmado que el problema no sería la vacuna como tal, sino el proceso de fabricación.
La viróloga recordó, además, que las vacunas con este tipo de tecnología serán importantes para poder llegar a "lugares remotos", a pesar de "efectos secundarios raros" (como los trombos de AstraZeneca o Janssen). Y acudió al tenis: "La preocupación por la seguridad ya ha reducido el entusiasmo por este tipo de vacunas, y un error no forzado como este aumenta esas preocupaciones y reduce la confianza en la propia tecnología".
El de Brasil fue el segundo revés de la Sputnik en abril, después de que las autoridades sanitarias de Eslovaquia rechazaran el fármaco a principios de mes. La razón: que la información suministrada no era la misma que el Instituto Gamaleya ofreció a The Lancet, la prestigiosa publicación científica que situó en un 91,6% su eficacia, ni a la Agencia Europea del Medicamento (EMA). Moscú pidió entonces al Gobierno eslovaco que devolviera las 200.000 dosis que había comprado y que ya habían provocado una crisis en el país.
Si el suero aún espera la aprobación de la EMA, que pide más datos y permiso para visitar las fábricas rusas, Moscú sí que ha logrado establecer una diferencia de criterios, o de expectativas, en el corazón de Europa.
Mientras que el ministro francés de Exteriores, Jean-Yves Le Drian, cree que la vacuna rusa es "un medio de propaganda y de diplomacia agresiva", Alemania anunció conversaciones con Rusia para comprar 30 millones de dosis al margen de Europa, aunque siempre dependiendo del visto bueno del regulador comunitario. Hungría es el único país de la UE que ha administrado hasta el momento la vacuna rusa.
Pero las grietas también son regionales, y en algunos casos expresan oposición frente al Gobierno central: además de las compras anunciadas en las últimas semanas por la Baviera alemana y por la Campania italiana, hay que sumar el interés de la Comunidad de Madrid, de la Provence-Alpes-Côte d’Azur en Francia y de la región del Véneto, una de las más golpeadas por la pandemia en Italia.
En tanto, la cuenta de Twitter de la vacuna es un altavoz que resalta sus propias bondades y cuestiona permanentemente el "lobby farmacéutico occidental" y sus medios, aunque tampoco está exenta de acusaciones de difundir "fake news". Ocurrió esta semana, después de un tuit que señalaba "significativamente más muertes después de vacunarse con Pfizer que con AstraZeneca por millón de dosis administradas":
La publicación no pasó desapercibida para Carl Bergstrom, biólogo de la Universidad de Seattle en Washington y experto en desinformación. En un extenso hilo, Bergstrom desmontó la "propaganda antivacunas de un fabricante de vacunas", que publica "estadísticas absurdas en un esfuerzo por cuestionar el historial de seguridad de sus competidores":
Entre otros detalles, el experto señala que los datos están recopilados de manera que no permiten comparaciones significativas y que están contabilizados respecto a muertes totales, no respecto a muertes asociadas a vacunas. La forma de presentar los datos hace que Sputnik figure en los últimos lugares de la lista.
"Estos son números absolutamente inútiles, compilados de una manera inapropiadamente clara y con un mensaje que promueve el miedo en torno a las principales vacunas, mientras que hace que la propia vacuna del fabricante se vea bien. Es una espantosa propaganda de la Sputnik", estimó el científico.